LA REINA MASA Y EL SEÑOR PESO

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LA REINA MASA Y EL SEÑOR PESO  

TEXTO ADAPTADO 

Original de Hernán Gonzalo Verdugo Fabiani

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Había una vez una Masa que, sabiéndose Reina, recorría los rincones del mundo para que todos en él la conocieran y fueran conscientes de su importancia. Estaba en todas partes.

Cierto día, en una aldea remota surgió sin explicación alguna un señor que se hizo prontamente famoso, siendo conocido de toda la gente en cualquier parte del globo terráqueo. Se hacía llamar Señor Peso y, fue tanta su popularidad, que todos se acostumbraron a tenerlo en cuenta en muchas actividades de su vida cotidiana. Así, cuando iban a la feria, pedían al vendedor que le pesaran la fruta y la verdura; cuando acudían al médico, la enfermera los pesaba; cuando jugaban en un parque, el que más pesaba dominaba en el balancín… Y pronto fue más popular que la engreída Masa, tanto, que no faltó quien concertó un encuentro entre ellos. Y la gente toda estuvo muy interesada en verlos y escucharlos. Todos los reinos de la Tierra permanecieron atentos a tan esperado acontecimiento.

Llegado el momento, la Masa no se movió de su lugar esperando que el recién llegado se acercara para rendirle honores, pero el Señor Peso no la hizo el menor caso colocándose cerca del moderador del acto, el prestigioso animador Gravitón, que procedió a presentar las cualidades más destacadas de ambos participantes y cederles a continuación la palabra. El primero en intervenir fue el señor Peso.

—Yo estoy en todas partes. Las personas me usan para muchas cosas y me valora de diversas formas. A veces soy grande y otras, pequeño. Formo parte de todos los objetos estén donde estén. Siempre miro hacia abajo, nunca miro hacia el lado ni hacia arriba. ¡Jamás!

Llegado el turno a la Masa, dijo muy pausadamente:

—Miren, yo sí que estoy en todas partes. No solo en la Tierra. Y no soy amiga de cambios. Quien me conoce en un lugar siempre me verá de la misma forma. Nunca sufrirá un desengaño. Yo nunca los defraudo. No importa que vaya al polo o al ecuador, siempre sigo siendo la misma. Con la humildad que me da el saber que soy la reina de toda la naturaleza, no necesito andar mirando solo en una dirección. Yo miro de frente y de costado. Para arriba, para abajo y para todas partes.

El Señor Peso, observando que el público presente en el acto aplaudía más a la Masa, sacó de entre su ropaje una especie de bastón de mando con forma de flecha. Y por más que quería levantarlo no podía. Nunca dejaba de señalar el centro de la Tierra. La Masa, incapaz de contener su risa, continuó:

—El Señor Peso dice que es importante y popular. Más bien lo que sucede es que la gente no se ha dado cuenta de lo enfermizo que es. Se ha hecho conocido por mostrar tener múltiples personalidades. Cuando está en esta ciudad se ve de una forma, pero en otra ciudad del sur o del norte, se muestra diferente. No como yo que, insisto, la mantengo en todas partes.

Y verán ustedes lo que le sucede cuando viaje a otro planeta o a nuestra Luna. Allí se irá empequeñeciendo. Incluso llegará a desaparecer. Le será imprescindible moverse hasta otro lugar para adquirir de nuevo una consistencia apreciable. Por sí solo poco es. Depende siempre del lugar donde se encuentre.

En todo momento de este discurso, el Señor Peso se mantuvo atento a cuanto decía.
Y Masa continuó hablando:

—El Señor Peso no puede caminar solo y mirar al frente. No se ha dado cuenta, pero allá donde va me encuentra a mí. Él no es nadie sin mí. Le soy indispensable. ¡No se dejen engañar!

A veces les pide que le llamen por un seudónimo: kilogramo. Pero, ¿saben?, ese es mi apellido. Este señor se lo quiere apropiar.

Señor Peso quiso pronunciar unas palabras de protesta, pero solo alcanzó a decir:

—¡Pero todo el mundo me conoce y me usa más que a ti.

Masa lo rebatió sin dejarle terminar:

—Cierto, pero lo tuyo es publicidad engañosa. Ya es hora que el mundo descubra que, en realidad, cuando te mencionan, se refieren a mí y no a ti. — Y continuó dirigiéndose a los espectadores:

—Señoras y señores, niñas y niños del mundo, sepan que yo soy quien está en todas las cosas, con independencia del lugar en que me encuentren. Tengan conciencia de que cuando en el mercado piden que les pesen lo que necesitan, en realidad lo que están solicitando es una cierta cantidad de masa del producto requerido. ¡No confundan el apellido! El mío es «kilogramo», el del Señor Peso es «Newton». No se dejen engañar por sus palabras bonitas y sonantes, ¡la verdad la tengo yo!

Una gran aclamación premió el debate. La mayoría de los aplausos los recibió Masa, pero algunos también se dedicaron a Peso. Al día siguiente, en titulares enormes, toda la prensa escrita, radiada, televisiva, decía:

«La Masa es la reina de la naturaleza. Masa dominó la situación y pudo demostrar que está en todas partes y que no engaña a nadie. Peso tuvo que reconocer que su existencia depende de la propia Masa y del lugar donde se encuentre, sea planeta, satélite o estrella».

Desde aquel interesante encuentro, es la Masa reconocida como la reina de la naturaleza y el señor Peso, a petición expresa de la reina, siguió llamándose así.

Fuerzas de Roce

Acción y reacción

Gravitación Universal

Inercia

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