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DIRECTORIO de la SECCIÓN |
ROMANCES Y ROMANCEROS |
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El Romance: Origen, elementos y difusión |
El romance es difícilmente definible de acuerdo con una tradicional clasificación de géneros. No es lírico ni narrativo y, sin embargo, suele ser ambas cosas a la vez. Nacido con una clara vocación narrativa, pronto se carga de elementos subjetivos hasta el punto de ser calificado por Menéndez Pidal como “la canción épico-lírica” de fondo más heroico y caballeresco que existe en la literatura universal.
El término romance está vinculado al hecho de que se compone no en latín, sino en alguna de sus lenguas populares derivadas. En España aparece en un antiguo texto escrito del cantar del Mío Cid de 1307, en unos versos finales añadidos por el juglar que solicita al público “habiendo recitado ya el romance” la entrega de la gratificación acordada. Los cantares de gesta, inicialmente denominados fablas de gesta, también se designaron en ocasiones romanz; pero finalmente se reservó este apelativo para la composición breve.
Aunque el término romance se aplica principalmente a las composiciones de origen español, existen expresiones equivalentes en otras literaturas de países románicos. En Francia, Inglaterra, Escocia, Alemania, Italia… se conocen antiguas baladas medievales equiparables a los romances castellanos con temas relacionados con gestas guerreras medievales resultando una valiosa fuente para estudiosos de la historia. Su auge, y permanencia, en la Península Ibérica respecto de otros países es achacable al largo periodo de Reconquista que vivieron los reinos aquí asentados.
Se estima que los romances se iniciaron como cantos juglarescos en el siglo XIII. Contemporáneos de los cantares de gesta y, en gran medida originados en ellos, adquieren autonomía literaria y continuidad a lo largo de muchos siglos. Se trata de textos de autor anónimo en sus comienzos, desgajados de viejas canciones de gesta, de las que se distancian por su extensión al concentrarse sólo en un episodio, momento o personaje, o su matiz lírico, nacido del interés por la búsqueda de situaciones emocionales o espirituales dentro del contexto general épico. Es el pueblo, el juglar en cuanto a intérprete de este, quien recoge y extrae de la enorme masa épica, aquellos episodios que le resultan de mayor interés, para componer sus cantos. Pero se trata de un fragmentarismo no casual, sino consecuente con firmes criterios estéticos, dramáticos y culturales, condiciones que sumadas a la brevedad y musicalidad de la versificación, facilitan su memorización por el gran público que los recita frecuentemente en situaciones de vida cotidiana. Es su transmisión oral la que ha propiciado la aparición de múltiples variantes, deformaciones o intercalaciones diversas, de un mismo texto inicial. Así, las versiones conocidas del Romance de Gerineldo se aproximan al doble centenar.
Es, precisamente, esa trasmisión oral la que conserva hasta prácticamente nuestros días los romances tradicionales, incluso después de la aparición de la imprenta. Así llegaron a América o a las comunidades sefardíes expulsadas de España a finales del siglo XV.
Menéndez Pidal resalta también como huella de su oralidad la repetición de algunos argumentos del romancero tradicional: la doncella que se viste de soldado y marcha a la guerra, la mujer adúltera que desconoce a su marido vuelto de la guerra y es muerta por él, o la joven noble que busca a su marido ido a la guerra y lo encuentra en el momento en que va a contraer nuevas nupcias. Los romances son, aparentemente, composiciones sencillas en su forma y trama que destacan por la simplicidad de los recursos empleados: versificación sir artificios, monorrímica, asonantada, exenta de elementos mágicos y, consecuentemente, realista y cercana.
Pero su simplicidad y origen popular no implica que se trate de un género ínfimo o plebeyo. A mediados del siglo XV se cantaba en las cortes castellanas y aragonesas y, desde entonces, nunca fueron desalojados de las altas esferas culturales y sociales. Iniciaron su andadura por obra de la pluma de juglares anónimos, pero merecieron la continuidad por obra de los más insigne poetas y dramaturgos de la Literatura Española: Lope de Vega, Vélez de Guevara, el Duque de Rivas…
El romance es una composición en versos, generalmente, octosílabos, sin división estrófica alguna, conformada por tiradas de extensión variable con rima asonantada en versos pares dejando libres los impares. La estructura responde a la forma cantada de una primitiva composición monorrima de dieciséis sílabas que exige una pausa central para facilitar la respiración del juglar que la declama. Esa ruptura en hemistiquios octosílabos otorga ritmo al texto y facilita la memorización. Las descripciones son breves y secuenciales siendo frecuente el recurso a comparaciones y metáforas. El uso del presente, aún cuando los hechos se remonten al pasado, acercan lo contado al auditorio y contribuye a que mantenga su vigencia pese al tiempo transcurrido. En ocasiones muestra un estilo dialogado con diversos personajes o con una única persona que se dirige a un hipotético interlocutor que no llega a intervenir en la conversación, personajes que nunca son descritos ni cuentan con antecedentes toda vez que se suponen son sobradamente conocidos por la audiencia. El lenguaje de los romances se caracteriza por:
Expresiones arcaicas con origen en la tradición épica.
Lenguaje formular, propio de la tradición .
Allí hablo Don Rodrigo, bien oiréis lo que dirá
Repetición sintáctica
Si lo haces como bueno
serás de ellas muy honrado,
si lo haces como malo
serás de ellas ultrajado
Repetición semántica:
Textual…
Abenámar, Abenámar…
Mercedes, el rey, mercedes.
Conceptual…
Llorando y gimiendo
Miedo y pavor
Paralelismos
¿De qué vos reís, señora?
¿de qué vos reís, mi vida?
Antítesis
Todos se visten de verde
el obispo de azul y blanco.
Vega abajo, vega arriba
Como menguaba y crecía
Enumeraciones
Tres hijuelos había el rey…
el uno se tornó ciervo,
el otro, se tornó can,
el otro se tornó moro,
pasó las aguas del mar.
Combinación de narración y diálogo.
Durante el reinado de los Reyes Católicos romances y villancicos serán las composiciones más cantadas en el pueblo y en la corte: el romance está de moda. La imprenta contribuye a su difusión facilitando su publicación a partir del siglo XVI. Lo hace, primero, en pliegos sueltos de ocho o dieciséis páginas, sin encuadernar ni coser, que se ponen a la venta en mercados y plazas, y después en formato libro en antologías conocidas como cancioneros. Pero no se trata solo de recopilaciones de obras antiguas. Grandes poetas escriben romances nuevos: Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora o, el ya citado Lope de Vega (1562-1635). Las modernas composiciones conservan los rasgos característicos tradicionales y mantienen siempre su esencia, estilo, carácter fragmentario y comienzos y finales abruptos que fomentan su encanto y su misterio.
El interés por el romance alcanza hasta la segunda mitad del siglo XVII, pero renace con el movimiento romántico del XIX por su interés en la poesía popular y la exaltación de las más puras tradiciones históricas y nacionales.
El primer Cancionero de Romances del que se tiene noticia es publicado en Amberes, hacia 1548, por Martín Nuncio. En su portada consta:
«Cancionero de
Romances
EN QVE ESTAN
recopilados la mayor par-
te delos romances caste-
llanos que fasta ago-
ra sean com-
puesto».
Le siguen otros muchos.
clasificación de los romances |
Una de las principales dificultades que conlleva el estudio de los romances radica, precisamente, en su clasificación. Se han utilizado criterios cronológicos, formales y temáticos, pero todos ellos son susceptibles de objeción. La difícil datación de las composiciones originales, las variaciones en los modos y mezclas de sus rimas o medida y la amplia variedad de asuntos de su interés, constituyen la base de tal dificultad para su sistematización.
Sí se suele admitir sin discusión desde principios del siglo XIX la diferencia entre romances viejos, o populares, y romances nuevos, o artísticos.
Pertenecen al primer grupo aquellos que tienen probada una antigüedad anterior al siglo XVI. Suelen ser de autor anónimo. El segundo comprende los compuestos por poetas conocidos de dicho siglo, o posteriores. Más concretamente:
Romances viejos
Compuestos antes del siglo XVI
Impresos en las primeras colecciones ( anteriores a la primera mitad del siglo)
Conservados por tradición oral que en su lenguaje, composición, ofrecen rasgos indudables de épocas anteriores.
Romances nuevos
Compuestos, con características más o menos remozadas, por poetas y dramaturgos desde mediados del siglo XVI hasta el día de hoy.
Romances vulgares (Valbuena Prat)
Posteriores a los viejos pero de escaso interés artístico. Por ejemplo: romances de ciego.
categorización general del romancero viejo |
Romancero viejo |
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Compuestos hasta principios del siglo XVI |
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Tipo |
Notas definitorias |
Ejemplos Romances referidos a: |
Épicos o históricos |
Relacionados con los cantares de gesta. Personajes de la vieja historia española, de la tradición clásica o de la Biblia. |
Don Rodrigo Bernardo del Carpio Infantes de Lara Fernán González Cid Campeador Helena de Troya … |
Juglarescos |
Personajes y hechos contemporáneos. Relacionados con los romances fronterizos. |
Pedro I de Castilla El Conde Alarcos … |
Fronterizos |
Personajes y hechos relacionados con encuentros cristiano-musulmanes en el entorno de las fronteras de Granada con Castilla, Jaén y Murcia. Referencias a la sociedad cristiana y la morisca; relatan situaciones amorosas entre hombres y mujeres de ambas religiones y cantan triunfos cristianos sobre los ejércitos musulmanes. |
Cerco de Baeza Toma de Antequera Pérdida de Granada … |
Caballerescos: Ciclo Carolingio |
Utilización de fuentes francesas. Más específico de Castilla por su proximidad a los Pirineos. Relacionados con la derrota de Carlomagno y la muerte de Rolando. Lenguaje artificioso y descripciones ampulosas. |
Roldán Marsilio Doña Alda Roncesvalles Melisendra … |
Caballerescos: Ciclo Bretón |
Muy limitado. Localizado en el entorno galaico-portugués. Mitos y leyendas relacionados con el Rey Arturo. |
Lanzarote Tristán … |
Novelescos |
Múltiples temas no históricos. Centrados mayoritariamente en hechos personales, no colectivos: leyendas dramáticas, escenas familiares, alusiones eróticas, amores ilícitos, adulterios… |
Conde Dirlo Don Bueso Marquilo Blanca Flor Moraina … |
Líricos |
Subjetividad, lirismo melancólico, amor, celos, nostalgia, misterio… |
Conde Arnaldos Fontefrida … |
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