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DIRECTORIO de la SECCIÓN |
ORIGEN DEL ESPAÑOL O CASTELLANO |
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orígenes |
Los primeros habitantes de la Península Ibérica de los
que se tiene noticia hablaron lenguas diversas –célticas, ligures, ibéricas…–,
pero el conocimiento que se tiene de ellas es muy escaso. En zonas del sur y
levante, donde los fenicios y griegos establecen importantes colonias, se
hablaron las lenguas propias de estos pueblos. De todas ellas solo pervive el
euskera que es responsable de algunos rasgos fonéticos y elementos morfológicos
actuales. No obstante, el recuerdo de aquellas culturas perdura en topónimos de
comarcas y regiones.
La derrota militar de los cartagineses ante los romanos,
finalizando el siglo II a.C., supone la adhesión del territorio al vasto imperio
que controla Roma y la inmersión, impuesta o interesada, de la población en su
cultura, costumbres y lengua.
El Latín |
El proceso de romanización fue lento. Las viejas lenguas
tuvieron que replegarse ante las ventajas ofrecidas por el uso de una lengua
oficial común, especialmente en aquello relacionado con el comercio.
El latín es una de las lenguas itálicas, una rama más
del antiquísimo tronco lingüístico indoeuropeo, como lo son también las
célticas, germánicas y eslavas, incluso el griego y el albanés. Su substrato es
la base, evolucionada, de múltiples hablas actuales y perdura vivo como lengua
universal de la Iglesia católica. Pero su mantenimiento en ámbitos religiosos,
universitarios y científicos es forzado y artificial.
Se construye el español a partir del latín vulgar que sustituyó a las lenguas ibéricas y al vasco.
Las lenguas romances no derivan del latín escrito propio
de la burocracia, el derecho o la literatura, sino de otro que se habla en
calles y mercados.
El tránsito se manifiesta, por ejemplo, en la reducción
de las diez vocales latinas, cinco largas y cinco breves, a las cinco actuales,
en la eliminación y simplificación de la declinación de sustantivos y adjetivos
propiciada por el uso de las preposiciones y en la regulación estricta de la
ordenación sintáctica de los elementos de la oración.
Hacia el Castellano |
Con la intrusión de los pueblos germánicos en el entorno
del siglo V, cada provincia romana queda aislada de las demás y su latín hablado
evoluciona de manera independiente. En la Península Ibérica serán los visigodos
quienes más aporte cultural sumen. La vulgarización del latín se incrementa y
adquiere matices muy específicos según la región, lo que concluye en la
consolidación de diferentes lenguas romances dentro del territorio peninsular.
Luego llega la dominación musulmana. La lengua oficial
de Al Ándalus es el árabe, pero el pueblo no abandona el latín vulgar. Los
residentes hispanos hablan mozárabe, y en esta lengua se redactan los primeros
textos literarios de la nueva era: las jarchas.
La reconquista avanza y el mozárabe desaparece
paulatinamente al incorporar los hablantes los hábitos lingüísticos propios del
reino hispano artífice de la conquista.
El castellano es el dialecto propio del reino
Castellano-Leonés que asume la iniciativa de la Reconquista en la Meseta, avanza
de manera imparable hacia el sur e influye decisivamente en la recuperación para
el cristianismo de otros territorios levantinos y occidentales.
El castellano va mostrar una personalidad muy marcada
frente a los otros dialectos peninsulares. Formado en la zona más débilmente
romanizada, conserva vestigios de viejas lenguas. A medida que Castilla aumenta
poder político y territorial enriquece su lenguaje con la incorporación de
vocablos y rasgos propios de las zonas musulmanas reconquistadas. Se calcula que
nuestra lengua conserva a día de hoy un ocho por ciento de arabismos.
El paso de dialecto a lengua se produce cuando se
utiliza como herramienta de creación literaria. Las Glosas Silenses y las
Emilianenses, del siglo X, anotaciones en romance a textos en latín y el Cantar
de Mio Cid son sus primeras manifestaciones. Pero el momento decisivo de la
unificación y fijación del castellano llega en el reinado de Alfonso X el Sabio.
Las obras literarias y científicas concebidas en su corte son de carácter culto,
pero no se difunden en latín, sino castellano. Su utilización en registro culto
enriquece vocabulario y expresión que y comienza a producir obras literarias de
importancia universal que siguen encumbran la literatura en esta lengua.
Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, Góngora y
Quevedo. Aparecen obras con El Lazarillo de Tormes, La Celestina, El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha…
La toma de Granada y descubrimiento de América, así como
la publicación de la primera gramática castellana, de Antonio de Nebrija,
favorecen la propagación del idioma que llega a erigirse en la lengua
diplomática por excelencia hasta el siglo XVIII. Es en ese tiempo cuando se
identifica el término «español» como sinónimo de «castellano».
En 1713 se funda la Real Academia Española que se impone
la tarea de fijar el idioma. Ya En se han consolidado los cambios fonéticos,
morfológico y el sistema verbal de tiempos simples y compuestos. Desde entonces
ha ido acomodando sus funciones al devenir de los tiempos.
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Responsables últimos de este proyecto Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica |
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