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DIRECTORIO de la SECCIÓN |
LA NOVELA PICARESCA |
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La novela en los siglos XVI y XVII |
No todas las obras aparecidas en estos siglos que se catalogan hoy como novelas recibían esa consideración en la época. La denominación quedaba reservada para una reducida producción de carácter amatorio. La crítica literaria moderna generalmente agrupa bajo ese nombre cualquier forma redactada en prosa de carácter imaginario que se propone como fin principal, además del placer estético, la distracción de los lectores.
CLASIFICACIÓN HABITUAL |
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Modalidad |
Caracterización |
Caballería |
Idealización de la vida guerrera |
Pastoril |
Idealización de la vida natural y campesina |
Picaresca |
Cuadros de costumbres del sector social menos favorecido por la fortuna |
Cortesana |
Retratos de la vida en la corte. Aventuras de damas y galanes. Breve. |
Bizantina |
Aventuras con final generalmente feliz. |
Histórico-morisca |
Reconstrucción en prosa de la poesía épica |
No definidas |
No encuadrable en las categorías anteriores |
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Comparativa entre géneros más destacados |
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Caballería |
Pastoril |
Picaresca |
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Personaje principal |
Carácter universal Héroe Pulido y cortesano Subsistencia fácil Servidor de una dama |
Carácter universal Dama y caballero disfrazados de pastores Subsistencia fácil |
Carácter local Antihéroe cobarde Baja cuna Lucha contra el hambre Servidor de muchos amos |
Localización geográfica |
Mundo ideal Paisaje fantástico o imaginario Centro: castillo |
Ambiente pastoril Paisaje natural embellecido o hermoseado |
Topografía exacta Mundo real con tendencia a lo grosero. Centro: posada de mala nota |
Sentimiento amoroso |
Sublime. Fiel a una sola mujer Todas las acciones buscan merecer a la dama |
Suave y afectuoso Honestidad |
Inexistente o fingido Arma que atrapa incautos. Matices misóginos |
El género picaresco |
Se inicia el género a raíz de la muerte de Felipe II, alcanza su apogeo en el primer tercio del siglo XVII y cae en declive después, convirtiéndose en una simple novela de pasatiempo o de advertimiento a los incautos, escrita por unos autores convencidos de la inevitable decadencia de la nación española.
La novela picaresca se puede interpretar como un cuadro de fondo costumbrista que muestra una parte importante de la sociedad del momento. Aunque retrata con cierta delectación un personaje de corte ladrón y chulesco extraído de la más cotidiana realidad, no puede atribuirse la condición de pícaro a todo ciudadano de la época que lucha denodadamente por su supervivencia.
Se ha definido psicológicamente al pícaro como “un tipo de persona descarada, traviesa y bufona, y de no muy cristiano vivir”. Desvergonzado y vagabundo, hurta, pero no roba. Nacido en los bajos fondos, dado al vagabundaje y sin oficio determinado, lleva a efecto pequeñas raterías a partir de ingeniosas tretas. Ve la vida fríamente, sin románticas exaltaciones y carece de ambición o codicia. Se vale de su astucia como arma defensiva y de su embrutecimiento como paliativo del dolor. El pícaro es fundamentalmente escéptico y contempla su vida como una suma de experiencias.
Las notas que más claramente definen al género son su carácter autobiográfico y la condición del protagonista de prestar servicio a muchos amos.
Lo autobiográfico parece una forma obligada cuando se trata de hacer social, moral o política, porque el autor permanece oculto detrás de su personaje que habla en primera persona y que, en su continuo vagar, conoce, vive y narra, diversas aventuras que no tienen entre sí más conexión que su protagonista, el pícaro. La ausencia de estabilidad vital del antihéroe puede prolongar hasta el infinito la sucesión de historias, lo que facilita múltiples continuaciones.
El Lazarillo de Tormes
Primera novela, en orden cronológico, del género. La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades se publica de forma anónima el año 1554 en Burgos, Alcalá de Henares, Medina del Campo y Amberes. La forma “anónima” de darse a conocer ha suscitado un largo debate acerca de su autoría y de las causas que le movieron a ocultar su identidad. Se ha sugerido es este sentido el temor a la Santa Inquisición o el deseo discreción para no perder el favor real, lo que supondría un responsable noble, dado que la novela está plagada de ideas erasmistas. El Lazarillo fue prohibido, ciertamente, pero cinco años después de su aparición.
La novela recoge, de forma autobiográfica, las andanzas de un muchacho, listo, pero carente de estudios, al que la pobreza obliga a ponerse al servicio de varios amos y a agudizar su ingenio para no morir de hambre. Un ciego, un clérigo, un escudero pobre, un fraile de la Merced, un buldero y un aguador son sus sucesivos amos antes de convertirse en pregonero de Toledo y casarse con una criada del arcipreste de San Salvador. Es una sátira sencilla, sin hieles ni sombras, con un estilo popular, llano, conciso, carente de retoricismos y extravagancias lingüísticas.
La obra marca el comienzo del género y establece las pautas para las que seguirán este camino hasta su prohibición en 1559. Cuando se reinicie, a raíz de la muerte de Felipe II, pero los tiempos han cambiado y la sociedad retratada es profundamente diferente. Por eso en el Guzmán de Alfarache o el Buscón los matices descritos son más agrios y descarnados.
Un año después, en 1555, se publica en Amberes una segunda parte con carga erasmista más acentuada, y en 1620 Juan de Luna saca a la luz Segunda parte del Lazarillo de Tormes sacada de las Crónicas antiguas de Toledo, obra desvergonzada y cínica.
En 1559 aparece en Madrid la Primera parte del pícaro Guzmán de Alfarache, original de Mateo Alemán y, cinco años después, la Segunda parte de la obra con el subtítulo Atalaya de la vida humana.
Considerada la obra arquetípica del género, su autor pretende construir una obra de entretenimiento y sana moral. Guzmán es hijo de un genovés establecido en Sevilla y de una “gallarda moza”. A los quince años se ve en la obligación de buscarse la vida por lo que viaja, por España y Europa, estafa, se finge hidalgo…, pero también es engañado. Intentando sentar la cabeza contrae matrimonio con la hija de un mercader, que fallece al poco tiempo. Casa de nuevo con Gracia, moza de mesón, que le abandona y él retorna a su antigua vida de ladrón, siendo condenado a azotes y a seis de galeras, lugar donde escribe el libro.
De la lectura de la obra se desprenden cinco premisa y actitudes de Mateo Alemán ante la vida:
La maldad es natural en el hombre como consecuencia del pecado original. Los pícaros también han sido redimidos por la Sangre de Cristo
Existe el libre albedrío, por lo que se puede elegir entre el bien y el mal. Somos, por tanto, responsables de las consecuencias de nuestros actos.
La providencia lo rige todo, el tiempo y las cosas son finitas y los actos son sancionables al final de la vida.
Para alcanzar la salvación es necesaria la gracia. La primera es gratuita. Después hemos de buscarla según nuestro albedrío.
Para aumentar la gracia se precisa de la fe y las buenas acciones, la devoción y la penitencia.
El relato de Guzmán intercala varias aventuras episódicas, como la “Historia de dos enamorados, Ozmin y Daraja” o “Bonifacio y Dorotea”, junto a multitud de anécdotas, máximas didáctico-morales extraídas del refranero popular o el Evangelio
En Madrid, en el año 1618, ve la luz La vida del escudero Marcos de Obregón firmada por Vicente Espinel. Se dice de esta novela que es la menos picaresca de las catalogadas en el género. La razón: los matices introducidos por elementos propios de otras categorías. El protagonista no es un pícaro, sino un viejo escudero. La acción se desarrolla en un ambiente social mucho más culto y escogido de lo habitual.
Como es característico, el texto incluye historias, anécdotas y reflexiones, y toma la forma autobiográfica, pero Obregón es más espectador que actor de los sucesos que cuenta.
Más didáctica que satírica su enseñanza se extiende a múltiples materias: pedagogía, crítica literaria, higiene, normas sociales, juego, amor… La obra está llena de recuerdos personales y es menos realista que las anteriores, pero es altamente descriptiva en lo referente a paisajes y olores.
Impresa en Zaragoza en 1626, aunque escrita con bastante anterioridad a esa fecha, La historia de la vida del Buscón llamado Don Pablos, de Francisco de Quevedo, es una de las muestras cumbres del género.
Narra la vida del hijo de un barbero de Segovia, ladrón, y una “zurcidora de gustos” de pésima reputación, que será criado en Segovia y Alcalá. En Madrid es habitual de garitos y malas compañías, por lo que da con sus huesos en la cárcel. Escritor de comedias y actor en Toledo, tras una estancia en Sevilla, busca fortuna en las Indias. La obra termina con la frase: “Y fueme peor, como v.m. verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres”, en la que promete una segunda parte que nunca llegó.
Aquello que en el Lazarillo o Guzmán es copia real, en el Buscón se convierte en caricatura. La sátira es despiadada e inmisericorde y no deja espacio para la emoción o el sentimiento. Todo está cubierto de estoicismo y pesimismo, y está contado por Don Pablos con un cinismo penetrante mostrando unos personaje que se mueven por lo más bajo de sus instintos.
Su ritmo vertiginoso, carente de interpolaciones ni digresiones morales con el antihéroe siempre en primer plano, la elevan a la consideración de tipo puro de picaresca.
Luis Vélez de Guevara publica en 1641 en la Imprenta Real de Madrid El diablo cojuelo, con el subtítulo Verdades soñadas y novelas de la otra vida traducidas a ésta. Su argumento, sencillo, cuenta como un estudiante, don Cleofás Pérez Zambullo, huye de la justicia por los tejados. Cae en la buhardilla de un nigromante que guarda cautivo en una redoma al diablo cojuelo. Don Cleofás lo libera, y el diablo, agradecido, le muestra la parte oculta de la vida, transportándolo por los aires de un lugar a otro y levantando los tejados para ver lo que sucede debajo. Pasa revista así, a una gran colección de pícaros, maleantes, comerciantes… La novela termina con el retorno de cada cual al lugar al que pertenecen: el diablo al infierno y el estudiante a Alcalá.
La prosa de Vélez de Guevara se posiciona a caballo entre Quevedo y Góngora. Es rica en juegos de palabras y revela con gracia el lado ridículo de las cosas y las gentes, sin realizar apunte moralizador alguno. Sus personajes no se pierden en profundas digresiones éticas o didácticas, solo gesticulan exagerando sus flaquezas.
Muy popular en su momento, El diablo cojuelo tuvo una versión francesa, parte imitación, parte traducción, de Lesage, en 1707: Diable boiteux.
Con el titulo de Vida y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor, compuesto por él mismo, aparece en Amberes, en 1646, una de las últimas manifestaciones de la picaresca, de autoría incierta, aunque parece confirmada la existencia de un Esteban González en el entorno del duque de Amalfi a quien va dedicada la obra.
El autor narra sus correrías como barbero, soldado, ladrón, criado…, por diversos lugares italianos y españoles hasta acabar, enfermo, en Nápoles donde, supuestamente, compone el libro con el propósito de “hacerse memorable”, y que cierra con un romance al duque de Amalfi que compone con ausencia de la letra “o”.
Estebanillo tiene interés para el conocimiento del lenguaje de determinadas clases sociales.
Sin apartarse de los elementos básicos comunes al género, autobiografía, realismo descriptivo…, la novela picaresca de protagonista femenina difiere, no obstante en algo fundamental: sus heroínas no están al servicio de varios amos. Se trata de atractivas e inteligentes mozas de baja extracción social que utilizan sus encantos y habilidades para embaucar a los incautos tendiendo sobre ellos ingeniosas redes de tramas hábilmente urdidas. Constituyen, en general, narraciones amenas en las que el amor juega un escaso papel y solo sirve para dar cobertura a las andanzas de la protagonista
Muy celebrada, pero, según determinada crítica, de escaso mérito literario. La pícara Justina constituye un importante documento para el estudio del dialecto leonés, con profusión de refranes y dichos de ese entorno. Consta de cuatro partes:
La pícara montañesa
La pícara romera
La pícara pleitista
La pícara novia
Termina con el matrimonio, viudedad y nuevas nupcias de Justina con Guzmán de Alfarache.
La novela aparece en Medina del Campo en 1605 firmada por Francisco López de Úbeda, médico de Toledo, pero el asunto no parece claro. Se piensa que López de Úbeda es solo el seudónimo del dominico fray Andrés Pérez dado que en los sermones
que se conservan del religioso abundan giros léxicos análogos a los de Justina.
Se trata de la obra maestra de Alonso de Salas Barbadillo cuya producción combina en ocasiones picaresca con novela cortesana. La hija de Celestina o la Ingeniosa Elena, aparece en 1612 y cuenta las andanzas de una hermosa joven maestra en la utilización de sus encantos. Así, recorre Toledo, Sevilla y Madrid hasta casar con Montufar, a quien envenena, siendo ajusticiada en las orillas del río Manzanares.
Don Alonso del Castillo y Solórzano llega a la picaresca tras ejercitarse en la novela cortesana, lo que justifica su concepción distinta del género. Desarrolla las narraciones en forma de novelas breves, independientes y susceptibles de continuar indefinidamente. A destacar entre ellas:
Las harpías de Madrid y coche de las estafas. Publicada en Barcelona en 1631. Cuenta las estafas cometidas en la corte por cuatro desenvueltas mujeres.
La Garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas. Publicada en Madrid en 1642. Continuación de Las aventuras del Bachiller Trapaza (Zaragoza, 1617), cuenta las aventuras de Rufina, hija de Trapaza y de su celosa esposa doña Estefanía, por diversas ciudades españolas. Inserta tres novelas cortas de fino humor.
La niña de los embustes, Teresa de Manzanares (1632). Historia de Teresa de Manzanares, desde sus orígenes familiares y concepción en el río de Madrid, hasta su presente de mujer madura, casada y con hijos cuyo deseo de medrar la convierte en peluquera, cómica y alcahueta.
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