Cualquier palabra puede ser dividida en unidades más pequeñas dotadas de un significante y un significado. Se llama monema a cada una de esas primeras, y mínimas, unidades de articulación del signo lingüístico. Así pues, una palabra podrá estar constituida por uno o más monemas.
Pero, no todos los monemas significan de la misma forma. Están, en primer lugar, los lexemas, que son los que aportan el significado fundamental de la palabra. Por ello se les conoce también como raíz de la palabra.
Junto al lexema aparecen otras clases de monemas, los morfemas, cuyas funciones principales son:
- Añadir nuevos significados, o matices a la significación del lexema.
- Relacionar unos lexemas con otros.
Clases de morfemas
Morfemas dependientes o trabados: Aquellos que necesitan unirse a un lexema para tener significado.
Morfemas dependientes derivativos o afijos: Modifican el significado básico del lexema. Pueden ser:
Sufijos: si se colocan después del lexema.
Prefijos: si preceden al lexema.
Interfijo: Se sitúan entre los prefijos y sufijos para evitar la cacofonía ( sonido desagradable ) entre dos sonidos. No tienen ninguna significación.
Morfemas dependientes o gramaticales: Cambian el significado básico del lexema, y, además, sirven para relacionar esa palabra con otras.
Están siempre en posición final de la palabra y expresan sus accidentes gramaticales. Se llaman flexivos porque muestran diversos cambios, o flexiones, de una misma palabra. Los morfemas flexivos del verbo reciben el nombre especial de desinencias. Las informaciones que ofrecen estos monemas se refieren al género, número, persona, el modo...
Morfemas independientes o libres: No necesitan ir unidos a ningún lexema. Forman palabra por sí solos. Son morfemas independientes los determinantes, las preposiciones y las conjunciones.