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Historia dominicos

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TOMISMO MEDIEVAL EN ESPAÑA - I -

Los documentos que aquí se insertan son obra del hacer entregado y estudioso de D. Ramón Hernández, historiador de la Orden de Predicadores. Profesor, teólogo, bibliotecario... pasa sus últimos años de vida en San Esteban de Salamanca entre libros y legajos. Internet fue para él un descubrimiento inesperado. A pesar de la multitud de libros y artículos publicados en todo el mundo con  fruto de su trabajo la Red ayudó a llevar su pensamiento hasta los más recónditos lugares del planeta: «Me leen ahora en la web, en un solo día, más personas que antes con mis libros en todo un años» solía decir con orgullo refiriéndose a este proyecto. Para acceder a estos contenidos se debe utilizar el Menú Desplegable «ÍNDICE de DOCUMENTOS»Para otras opciones: Seguir «DIRECTORIO PRINCIPAL» o el  botón: «Navegar»

 

 

 El Tomismo arraigó muy pronto en España a través de la Orden Dominicana, y fue aquí la corriente de pensamiento más fuerte durante el medievo. En ese transplante temprano, en vida de santo Tomás de Aquino, intervino san Raimundo de Peñafort, que había sido Maestro General de dicha Orden, y que representó hasta su muerte en 1275 una autoridad moral de mucha influencia. Atento al problema religioso de España con las tres religiones fuertemente establecidas -el cristianismo, el islamismo y el judaísmo-, era necesaria una preparación doctrinal muy fuerte, para no sólo no perder terreno o adictos, sino conseguir atraer a los contrarios. Diremos que él fue el iniciador de las escuelas de estudios semíticos en España, para conocer la lengua, la religión y el pensamiento islámico y judío. Para lograr mejor esa misión de controversia, enseñanza y predicación, pidió a santo Tomás la composición de la Summa contra Gentes. Era ésta una obra teológico-filosófica de gran altura, para entablar diálogo y polémica doctrinal con los maestros más serios no sólo judíos y musulmanes, sino incrédulos o paganos.

A esto hemos de añadir la labor de los discípulos hispanos de santo Tomás próximos, directos o indirectos, de los que pronto hablaremos. Por otra parte el sistema tomista ofrecía una base muy firme para moverse con soltura en las controversias filosófico-teológicas entre los pensadores católicos: el lulismo, la naturaleza humana de Cristo, la doctrina de Arnaldo de Vilanova, el cisma, la causa de los templarios, el nuevo humanismo, etc. Todo ello irá formando una densa atmósfera tomista en España, que dará los frutos más sazonados en los primeros tiempos de la edad moderna.

El tomismo en España durante la edad media podemos dividirlo cronológicamente en dos partes. Como línea divisoria podríamos considerar la fecha en que el papa Benedicto XIII (Pedro de Luna) establece definitivamente la cátedra de teología en la universidad española, ya que la teología durante el medievo cristiano fue el mejor y casi único vehículo de la filosofía, y los papas anteriores no permitieron la enseñanza universitaria de la teología en España.

Conjugando estos elementos y tratando de señalar fechas simbólicas, que pudieran ser más o menos los mojones divisorios, nos atrevemos a establecer dos períodos en nuestro tomismo medieval: el primero desde 1270, en que santo Tomás compone la Summa contra gentes, atendiendo a la situación hispana, y en que comienzan a actuar los discípulos directo o indirectos del santo, hasta 1416, fecha de la bula pontificia de Benedicto XIII confirmando y reorganizando la Facultad de Teología en la Universidad de Salamanca; el segundo período comprende desde 1416 hasta 1526, en que Francisco de Vitoria gana la cátedra principal de teología en la universidad salmantina, da comienzo a La Escuela Teológico-Jurídica Hispana y pone las bases del verdadero Derecho Internacional.

 

1. PRIMER PERÍODO: DESDE 1270 HASTA 1416

La pronta orientación intelectual, filosófico-teológica y tomista de los Dominicos tiene su protohistoria o tiempo de preparación. El fundador, santo Domingo de Guzmán, natural de Caleruega (Burgos) hizo sus estudios de Artes (o Filosofía) y de teología en el mejor centro que había a finales del siglo XII en España, en la Escuela Capitular de Palencia. Fuera de los claustros monásticos fue este Estudio Palentino casi el único en enseñar teología en España hasta ya avanzado el siglo XIV. Alfonso VIII lo transformará en 1212 en Estudio General o Universidad, que se irá apagando con la fundación, unos años más tarde, de la universidad de Salamanca.

Santo Domingo estableció como fin específico de su Orden una predicación doctrinal, que exigía una fuerte preparación en materia de estudios. Se trataba de exponer la fe y la moral cristiana con claridad y al mismo tiempo con solidez y sabiduría al pueblo, para invitarle a vivirlas con convicción y para evitar que cayeran en movimientos heterodoxos, como tantos que pululaban en aquellos años por Europa. Sólo cuando los encontró preparados dispersó a los suyos por Europa. Un grupo fue enviado a París en 1217 para completar estudios y tomar contacto con el mundo universitario. Estudiantes y maestros se interesaron por aquella fundación de predicación intelectual y muchos ingresaron en ella. Otro tanto ocurrió a los dos años en la ciudad universitaria de Bolonia, y algo más tarde en Salamanca y en Oxford.

La primera legislación dominicana establecía que no podía fundarse un convento "sin un prior y un doctor". Este doctor tenía la misión de instruir a la comunidad, pero sus clases eran abiertas a los que quisieran asistir a ellas. Los clérigos del lugar solían aprovecharse de estas lecciones por la carencia de centros de estudios. El concilio IV de Letrán de 1215 ordenaba a los obispos la institución de un maestro en la catedral, que enseñara a los clérigos y escolares pobres. La Orden Dominicana facilitó esta obligación a los obispos, muchos de los cuales les entregaron esas cátedras durante varios siglos. El estudio y la enseñanza de los dominicos no eran exclusivamente teológicos, sino también filosóficos y de otras ramas del saber. Sus constituciones primitivas disponen la necesidad del estudio de la teología, pero dejan una puerta abierta a los estudios profanos, como era la filosofía, en cuanto podían ayudar a la mejor profundización teológica.

Los primeros pensadores dominicos de los diversos centros  provinciales, como Salamanca, Valladolid, Pamplona, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Mallorca, Sevilla..., siguieron la corriente  agustiniana, en boga entonces, o mejor agustianiano-árabe, pues muchas ideas de los grandes filósofos musulmanes, particularmente de Avicena y Averroes, se infiltraron pronto en el mundo intelectual cristiano occidental. Por otra parte la corriente agustianiana medieval había integrado en el pensamiento originario de san Agustín muchas ideas procedentes de Platón y del neoplatinismo. La avanzadilla del pensamiento dominicano pretomista se encontraba instalada en París y Oxford, en torno a sus universidades. Los pensadores dominicos de esos centros seguían también la corriente agustiniano-árabe. Los nombres más sobresalientes son: Rolando de Cremona, Juan de Saint-Gilles, Roberto Fishacre, Moneta de Cremona y Hugo de San Caro. Ya contemporáneos de santo Tomás de Aquino, pero adictos totalmente a aquella corriente convertida en tradicional, tenemos a Vicente de Beauvais (+ 1264), Pedro de Tarantasia (+ 1276) y Roberto Kilwarby (+ 1279)[1]

Entre los españoles pretomistas tenemos en Salamanca al Maestro Fray Nicolás, que, siendo catedrático de Artes o Filosofía en la universidad de Salamanca, ingresó en el convento dominicano de esta ciudad en 1252. Otros muchos doctores encontramos en las actas capitulares del siglo XIII en España, pero, dedicados a la enseñanza en los estudios conventuales o provinciales, no consta que dejaran escritos de filosofía o teología. Entre ellos ocupan un lugar preeminente los primeros apologistas y maestros en lenguas orientales. En la España de la Reconquista un fenómeno digno de atención es el referente a las escuelas de lenguas, hebreo y árabe. Aunque la función principal de esas escuelas entre los dominicos era de carácter misionero, fueron al mismo tiempo cuna de grandes conocedores del pensamiento y de la cultura de musulmanes y judíos.

El Capítulo Generalísimo dominicano de 1236, celebrado en París, animaba a los frailes a aprender las lenguas de los vecinos infieles. A propuesta de san Raimundo de Peñafort, que fue Maestro General de los dominicos en los años 1238-1240, se abrió una escuela de árabe en Túnez, que debió comenzar su actividad hacia 1245. El Capítulo Provincial de Toledo de 1250 enviaba a ese estudio de árabe ocho frailes, y añadía el acta: "completaremos el número de doce cuanto antes podamos hacerlo". Los nombres de esos ocho son: Arnaldo de Guardia, Pedro Cadireta, Raimundo Martín, Pedro Arias, Pedro de Púteo (o Puget), Pedro de San Félix, Diego Estébanez y Pedro de Canellis. Se nombra presidente del grupo al citado en primer lugar, Arnaldo de Guardia.

El más famoso de este grupo será Raimundo Martín, y de él hablaremos pronto de modo especial. La mayor parte de ellos son del noreste de España; lo delatan sus apellidos. Sólo sobre dos se podría hablar de otra procedencia dentro de la península ibérica. De Pedro Arias habla el acta del Capítulo Provincial celebrado en Estella (Navarra) en 1281 y lo asigna como doctor al convento de San Pablo de Sevilla, para que enseñe y dirija aquí los estudios. Ese mismo acta capitular nos habla de Raimundo Martín asignado al convento de Santa Catalina Virgen y Mártir de Barcelona como profesor de lengua hebrea. El Capítulo Provincial de León de 1275 asigna a un D. Estébanez al convento de Santo Domingo de esa ciudad y nos habla de otro D. Estébanez entre los difuntos dentro del año en el convento de San Pablo de Palencia.

Entre los discípulos de Raimundo Martín en 1281 en Barcelona el acta, antes citada, del Capítulo de Estella menciona a Sancho de Boleia, Raimundo Fabro y Nicolás de Segovia. Los dos primeros pueden ser catalanes, pero el último parece a todas luces castellano viejo segoviense. Toda la península ibérica y las islas Baleares formaban en el siglo XIII dentro de la Orden Dominicana una sola Provincia, que recibe el nombre común de Provincia de España. La separación de los conventos del reino de Aragón, formando la Provincia Dominicana Aragonense, tuvo lugar en 1301. No es extraño que la preparación en lenguas orientales, y en la filosofía y teología de los maestros hebreos y musulmanes, fuera objeto de estudio en los capítulos provinciales de toda España, y fueran dedicados a la especialización en esas materias no sólo catalanes y dominicos del levante español, sino también de otras regiones.

Dividimos este primer período del tomismo español medieval en tres apartados. En el primero destacaremos las figuras más relevantes de orientalistas y apologistas frente al mundo árabe y judío. En el segundo trataremos de los pensadores más en contacto con el conjunto del sistema por razón de su enseñanza y sus escritos. En el tercero daremos a conocer otros autores que manifiestan su tomismo o su influencia tomista en su legado filosófico más monográfico o en sus controversias con otros pensadores cristianos.

 

1.1. APOLOGISTAS FRENTE AL SEMITISMO

Después de la mencionada escuela de árabe de Túnez, abierta hacia 1245, al ser reconquistada Murcia por Jaime I, en 1266, abren en ella los dominicos otro Estudio de Árabe, prometido el año anterior en un Capítulo Provincial. Siguen muy pronto, hacia 1275, las escuelas de hebreo de Barcelona, de árabe de Valencia, y de ambas lenguas en Játiva -hacia 1292-, proyectada ésta en el Capítulo Provincial de Palencia de 1291. Merecen señalarse como maestros en estas lenguas orientales y notables controversistas: Pablo Cristiá, Juan de Puigventós, Miguel de Benázar, Raimundo Martín, Bernardo Peregrí, Pedro Escarramat, Domingo Marroquín, Alfonso Buenhombre... Algunos eran convertidos del judaísmo o del islamismo, y habían abrazado el hábito de sus evangelizadores. Vamos a fijarnos con cierta detención en tres de ellos, que son los de mayor transcendencia histórica: Pablo Cristiá, Raimundo Martín y Alfonso Buenhombre.

PABLO CRISTIÁ era judío converso. Ingresó en la Orden Dominicana en Barcelona. Ha sido muy estudiada su disputa pública en Barcelona el 20 de julio de 1263 con el rabino gerundense Moisés ben Nahmán, también llamado Bonastruch de Porta[2]. Francisco Diago en su Historia de la Provincia de Aragón de la Orden de Predicadores hace una relación detallada de estas controversias, teniendo a la vista el relato oficial, mandado hacer por Jaime I y conservado en el Archivo de la Corona de Aragón. El mismo controversista judío hizo para sus correligionarios alguna descripción de los acontecimientos, en que dejaba no bien parado al dominico. El papa Clemente IV hacía alusión a ello en una carta a Jaime I, de 1266, pidiendo un señalado castigo para semejante súbdito.

Una de esas relaciones hebreas fue editada por Stainschneider en 1860 en Berlín con el título Nachmanidis Disputatio. La exposición de Pablo Cristiá se hallaba contenida en estos cuatro puntos: 1º, el Mesías ya ha realizado su venida; 2º, el auténtico Mesías, que es Jesucristo, es verdadero Dios y verdadero hombre; 3º, padeció y murió por la salvación de los hombres; 4º, las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento han cesado en su obligatoriedad con la venida del Mesías.

 RAIMUNDO MARTÍN (+ 1286) es considerado como el mejor orientalista del siglo XIII[3]. Intervino en las controversias con el judaísmo, suscitadas por Pablo Cristiá y favorecidas por el rey de Aragón y por el papa. Desarrolló una gran actividad docente y misionera en el norte de África, particularmente en Túnez. Dirigió la escuela de Barcelona de hebreo a partir de 1281, y tuvo aquí por discípulos a Arnaldo de Vilanova y al autor del Tetragrammaton, compuesto hacia 1292. Sus escritos han ganado el interés de los historiadores, siendo con frecuencia motivo de nuevos trabajos de investigación.

De los años de su enseñanza en Túnez (antes de 1263, en que toma parte de las disputas judaicas en Barcelona) es la Summa contra Alcoranum, que le atribuye Diago, hoy desconocida, y la Explanatio Symboli Apostolorum, impresa parcialmente por Denifle en Inventarium codicum manuscriptorum capituli Dertusiensis, en "Revue des Bibliothèques" 6 (1896) 32-50, y luego toda ella por José March y Batlles, S. J., Ramón Martí y la seva "Explanatio Symboli Apostolorum", en "Anuari del Institut d'Estudis Catalans 1908" (Barcelona 1910) 443-496. Hipólito Sancho, O.P., publicó algo más tarde otro estudio sobre esta obra, La "Explanatio Symboli Apostolorum" de Raimundo Martí, O. P., en "La Ciencia Tomista" 15 (enero-junio 1917) 394-408. Un manuscrito de la misma, de finales del siglo XIII o principios del XIV, se conserva en Tortosa, Biblioteca Capitular, 6, de 69 folios.

La obra más importante de Raimundo Martín, la de mayor influjo en la apologética cristiana y la más rica en manuscritos, ediciones y estudios es Pugio Fidei. Pese a las elucubraciones de Pedro Marc, O. S. B., que retrasan la composición de la Summa contra Gentes de santo Tomás de Aquino desde 1264, como se venía creyendo, hasta 1272, la tesis mantenida en otros tiempos por Asín Palacios de la anterioridad del Pugio Fidei a esa obra del Aquinate no puede defenderse. Raimundo Martín estaba aún componiendo esa obra en 1278, como lo advierte él mismo en el cap. 10 de la segunda parte.

Encontramos manuscritos de este tratado en: El Escorial, K.II.19, 84 folios, año 1505; Münschen, 24158, 206 ff., siglo XV; París, Mazarine, 796, 1539 páginas, siglo XVII; París, Bibliot. Nat., Lat., 3356, 100 ff., s. XV, contiene sólo las dos primeras partes; ib., 3357, 231 ff., está incompleto; París, Bibliot. Saint-Genoviève, 1405, 430 f., s. XIII-XIV; Toulouse, Bibliot. Pub., 219, 90 ff., s. XV; Tarragona, Bibliot. Púb., 89, s. XV; Coimbra, Bibliot. Univ., 750, s. XV...

En 1518 Gelatinus la publicó a su nombre con el título De arcanis catholicae veritatis, en la ciudad italiana de Orthona Maris (Ortona). Dos años más tarde la edita en Basilea J. Hervagius. En el siglo XVI fue impresa otras dos veces, en 1550 y en 1561, y en el siglo siguiente cinco, en 1612 en Francfurt, en 1603 en París, en 1642 también en París, e igualmete en 1651, y en 1687 en Leipzig.

 Su otra obra Capistrum Iudaeorum, ha sido impresa en 1990-1993 por el dominico A. Robles. Fue escrita en 1267, antes que la Summa contra Gentes de santo Tomás y nos muestra su genio independiente, pese a que, cuando llega la oportunidad aprovecha lo mejor posible todos los materiales a su alcance, como era costumbre en aquel tiempo. Un buen estudio nos ofrece A. Berthier, Raymond Martín et son oeuvre inèdite le "Capistrum Iudaeorum", en "Positions des Thèses de l'Ecole de Chartres, (1930) 13-18, y (1931) 5-13. Dos manuscritos se conservan en París, ambos del siglo XV: Bibliot. Nat., lat., 3643, 93 ff.; Bibliot. Mazar. 892, 82 ff.; un tercer manuscrito tenemos en la Bibliot. Univers. de Bolonia, 1675, s. XIV, 92 ff.

A R. Martín se le atribuye la obra Vocabulista in Arabico, por sus expresiones peninsulares y el diálogo final entre un cristiano llamado Raimundo Martín y un discípulo de Mahoma. Se conservan de ella tres manuscritos, uno en Florencia, Bibliot. Riccardiana, s. XV, 290 ff., otro en Münschen, Bibliot. Nat., Clm. 906, y el tercero en Leyde, Voc. 231. Fue editada por primera vez en 1871 por C. Schiarapelli, Florencia. P. Mandonnet le atribuye asimismo un tratado De erroribus philosophorum, varias veces reproducido en manuscrito y en impreso, cuya paternidad le niegan más recientemente J. Koch y A. Berthier.

ALFONSO BUENHOMBRE, o Bonhome, o Bonushomo, (+ 1353) es otro de los más famosos orientalistas dominicos de las escuelas semitas medievales. Murió siendo obispo de Marruecos[4]. Buen conocedor del árabe y del hebreo, desarrolló su actividad misional y apologética en todo el norte de África. En 1336 lo hallamos prisionero en El Cairo. Durante su estancia en la cárcel traduce del árabe al latín la Historia Ioseph ultra ea quae in Libris continentur. La dedica, mediante una carta previa, a un alto personaje, que pudiera interesarse por él y rescatarle. Le da el título de "Pater ac Domine beatissime", que pudiera referirse al patriarca de Jerusalén, Pedro de la Palu, o al Maestro General de la Orden Dominicana, Hugo de Vaucemain, o al arzobispo de Rouen, Pedro Roger, pues al final de la obra ruega se entregue este manuscrito a cualquiera de ellos.

Existen códices no impresos de esta versión en: Tréveris, Bibl. Púb., 1882, ff. 196r-207r, año 1439, único manuscrito con la obra completa; Viena, Bibliot. Nat., Lat., 4739, ff. 234r-250r, siglo XV; Praga, Bibliot. del Cap. Metrop., O.XIX, ff. 201r-218v, s. XV; ib., Bibliot. Univers., I.G.12, ff. 225r-235v. s. XV; ib., V.D.8, ff. 25r-34v, s. XV; ib., X.D.9, ff. 84r-94v, s. XV; Hohenfurt (Chequia), Bibliot. de la Abadía, 121, ff. 55r-76v, s. XV; Londres, British Museum, Add., 32311, ff. 1-18, año 1481; Bruselas, Bibliot., 2150, ff. 140r-164r, s. XV; ib., 5054, ff. 54v-110v. Meersseman imprime en el artículo citado en la nota 4 de pie de página la dedicatoria del códice de Tréveris; lo demás permanece inédito.

Libre de la prisión egipcia, estuvo trabajando en la misión dominicana de Marruecos, viniendo a parar de nuevo a la mazmorra árabe. Tampoco pasó desapercibida para las letras su dura estancia en Marruecos. Cuando a finales de 1338 pudo encaminarse a París, llevó consigo una obra cuya traducción le cubriría de su mayor gloria. Era la Epistola Rabbi Samuelis de Adventu Messiae ex arabico translata.

Muchos son los manuscritos que nos han transmitido esta traducción o versiones de la misma a las lenguas europeas, y no resulta extraño que en la catalogación de nuevos fondos, aún no perfectamente registrados, aparezcan nuevos ejemplares. Meersseman, después de examinar un conjunto de manuscritos, ha podido distinguir dos redacciones. La primera, llamada A, está dividida en 24, o 25, capítulos, y termina con las palabras: "de fructu ventris tui ponam super thronum tuum". La segunda redacción, llamada B, añade otros dos capítulos, unidos a veces en uno; éstos se presentan como continuación de la carta de Samuel a Isaac, con ciertos pasajes del Corán sobre Jesucristo y la Virgen, que probarían la estima de los musulmanes por la religión cristiana. Estas adiciones serían como un apéndice puramente personal, de finalidad apologética, del propio Buenhombre a la carta de Samuel.

Algunos manuscritos manifiestan esto último en el colofón: "ego frater Alphonsus Bonihominis hispanus, amore et instantia vestri, hec addidi ad tranlationem illam, quam feci nuper Magistro Ordinis nostri de epistola Samuelis". La fecha de esta redacción segunda figura en los colofones de algunos manuscritos: "sub anno Domini, scilicet, Nativitatis eius millesimo, sed translata ex arabico in latinum per dictum fratrem Alphonsum Bonihominis Ordinis Fratrum Paredicatorum sub anno Domini millesimo trecentesimo trigesino nono, sedente Benedicto papa duodecimo, anno quinto ponticatus eius. Además de los manuscritos reseñados por Meersseman, y Díaz y Díaz, han ido apareciendo otros en los últimos años; más completa que éstas, y con breves explicaciones de algunos códices, es la que nos ofrece L.Robles, en el estudio indicado en la bibliografía general. De sola la Biblioteca Púb. de München la relación de Meersseman nos describe 31 manuscritos.

Anotamos aquí sólo los manuscritos de las bibliotecas españolas, pudiéndose ver los otros en los autores citados: Barcelona, Bibliot. Central, 20, ff. 1-101, s. XVII; ib., 100, ff. 95r-116v, s. XV; ib., 271, ff. 114r-144v, s. XIV; ib., 579, ff. 13r-28r, s. XV; ib., Bibliot. Univers., 1154, ff. 2r-7v, año 1781; ib., Archivo de la Corona de Aragón, Ripoll, 96, ff. 64r-82v, s. XIV; El Escorial, Bibliot. del Real Monasterio, e.IV.23, ff. LXVII-LXXXVII, s. XIV; ib., Q.II.16, ff. LXXXXVIIII-CIX, s. XIV; Madrid, Bibliot. Nac., 4402, ff. 103r-110v, s. XIV; ib., 6213, ff. 200r-216v, s. XV; Toledo, Bibliot. Capit., 21-10, ff. 1-22, s. XV; Valencia, Bibliot. Univers., 2117, s. XV; Valladolid, Bibliot. Univers. (Colegio de Santa Cruz), 403, ff. 1r-70r, s. XV.

Se cuentan asimismo muchas publicaciones impresas de esta obra en los siglos XV y XVI, unas veces sola, otras formando parte de diversos tratados o de grandes colecciones. Marco Antonio Van Oudenrijn enumera la mayor parte de ellas en el estudio, citado en la nota 4 de pie de página, de "Analecta S. O. Fratrum Praedicatorum", año 28 (1920) 35, siguiendo a Quetif-Echard y a Wolfius. La edición príncipe está hecha en Macerata, según dice el editor de 1711 en Leipzig, Francisco Griffon. Las impresiones posteriores se siguen en este orden: 1475, Mantua; 1483, Colonia; 1486, Amberes; 1498, Nuremberg; 1518, Venecia; 1527, Lyon; 1536, Colonia; 1537, Venecia; 1655, Venecia; 1711, Leipzig.

Fue varias veces impresa después de la segunda parte de la Historia Eclesiástica de san Antonino de Florencia, como en la edición de 1586. La publican también A. Galland, Maxima Bibliotheca Veterum Patrum, t. XVIII, Lyon 1677, pp. 519-521, y  Migne, Patrologiae... Series Latina, t. 149, París 1882. cols. 335-368. M. A. van den Oudenrijn edita unos textos según los manuscritos de la Bibliot. Laurenziana de Florencia en "Analecta S. O. Fratrum Praedicatorum", año 28 (1920) 85-93 y 163-168. También Meersseman publica un extracto en "Archivum Fratrum Praedicatorum" 10 (1940) 100.

La traducción latina de Buenhombre ha sido objeto de versiones a bastantes lenguas nacionales o regionales europeas. La versión alemana se conserva manuscrita en la Bibliot. Spizeliana, según Wolfius, y en Augsburg, Staats und Stadtblibliothek, 2º, 91, ff. 1r-51v, s. XV; fue impresa en Altenburg en 1524. La traducción italiana fue editada dos veces en Venecia, en 1535 y en 1544. La inglesa, según José Rodríguez de Castro, Biblioteca Española, t. I, p. 7, fue hecha por Thomas Calvert. Muy pronto, ya en el s. XV, fue vertida al lemosín; Jaime Villanueva publica esta versión lemosina, tomándola de un manuscrito del s. XIV, existente en San Miguel de los Reyes (Valencia) en Viage Literario a las Iglesias de España..., vol. II, Madrid, Imprenta Fortanet, pp. 216-223.

José Rodríguez de Castro reseña igualmente en Biblioteca Española, t. I, p. 8, una versión española dividida en 29 capítulos, conservada en El Escorial, h.III.3, ff. 157-186v, y realizada en 1396. De 1418 data otra versión castellana, citada por J. Villanueva, Viage Literario a las iglesias de España,  vol. II, p. 142, y que atribuye, siguiendo a Higuera, Historia de Toledo, lib. XVI, cap. 5, a Alvaro de Villaescusa; la habría ejecutado a ruegos de Juan de Villafuerte, según el manuscrito de El Escorial, que podría ser el e.IV.23, o el Q.II.16, que son del s. XIV. Ésta cree Villanueva que debe ser la impresa en 1511 en Valladolid. Yerra, pues, Oudenrijn en el lugar citado, p. 85, al decir que la traducción española no fue nunca impresa. De esa edición española habla ampliamente Bayer en sus notas a Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana Vetus, t. II, Madrid 1788, p. 157, nota 2. También José Nicolás Enrile la tradujo y la imprimió en Cádiz en 1835.

J. Villanueva, Viage Literario, t. 18, Madrid 1981, pp. 95-97, nos habla todavía de otra versión castellana, hasta entonces desconocida por los bibliófilos, y que fue hecha sobre la latina de Buenhombre, al cual el nuevo traductor le llama Fray Alfonso de Buenaventura. El nombre de este traductor es Fray Alonso Esquivel y la hace en Orán en 1602; al final de cada capítulo pone sus propias anotaciones. Un manuscrito, poco conocido, no citado Oudenrijn ni por Díaz y Díaz, con la versión española, encontramos igualmente en la Biblioteca de la Universidad de Valladolid, signatura 403, ff. 1r-70r, s. XV. Tiene por título Carta de Rabbí Samuel de fez a Çag o Isaac de Sejumença, y cuenta con 28 capítulos.

En 1431 encontramos a Alfonso Buenhombre en Chipre, desempeñando alguna embajada de parte del cardenal Pedro Gómez, o de Sotomayor. En efecto, del 15 de febrero de ese año data una carta que dirige a éste Buenhombre desde Famagusta, y en la que se reconoce "clericus et orator". En ella le hace obsequio de una tercera versión del árabe. Se trata de la Vita sancti Antonii, cuyo original debía ser una pieza de carácter litúrgico, que Meersseman relaciona con las lecciones del Synaxario de Alejandría, coincidentes en significativos detalles. Lamenta aquí Buenhombre la escasez de buenos conocedores del árabe entre los latinos, pese a la exuberancia de escritos dignos de ser traducidos.

También esta versión ha sido afortunada en copias manuscritas. Citemos los códices conocidos: Bruselas, Bibliot. Real, 8077-82, ff. 255v-260v, s. XV; Berlín, Bibliot. Nat., Theol. 280, ff. 74r-91r, s. XV; Harlem, Bibliot. Pub., 89, s. XV; Kobenhavn, Bibliot. R., 1735b, s. XV; Colonia, Historisches Archiv, Walraf, 168, s. XV; Londres, British Museum, Add. 30972, s. XV; München, Cod. Lat. Monac., 5681, ff. 51v-58v, s. XV, el único manuscrito con la obra completa; ib., 8395, ff. 1r-7v, s. XV; Tréveris, Bibliot. Pub., 1735b/1887, ff. 1r-11r, s. XV.

Meersseman edita unos fragmentos del manuscrito de München, Cod. Lat. Monac. 5681, en "Archivum Fratrum Praedicatorum" 10 (1940) 101-105, y el prólogo del códice de Tréveris, Bibliot. Pub., 1735b/1887, en el mismo volumen de dicha revista, p. 105s., corrigiendo las impresiones defectuosas de V. Rose en el tomo II del Catálogo de los Manuscritos de Berlín. Una edición completa la proporciona Halkin en "Analecta Bollandiana" 60 (1942) 161-212. Existe una traducción flamenca de la versión de Buenhombre, cuyo manuscrito se conserva en Bruselas, Bibliot. Real, cod. 10765-66, ff. 193r-224r.

Posterior a la traducción de la carta de Samuel es la Disputatio Abutalib saraceni et Samuelis iudaei, quae fides praecellit, an christianorum an iudaeorum an saracenorum, traslación igualmente del árabe al latín. Dice, en efecto, al indicar las divergencias entre la Vulgata y las citas bíblicas del opúsculo, que ha procurado traducir éstas "sicut in alio volumine istius hebrei feci" y que lo había obtenido igualmente  cuando estuvo preso en Marruecos. Para la lista de sus manuscritos nos servimos de Meersseman y de Oudenrijn: Florencia, Bibliot. Laurenz., Plut. 90, cod. 35, ff. 35r-56r; Madrid, Bibliot. Nac., 4402, ff. 103r-110v, s. XV; Viena, Bibliot. Nat., Lat. 930, ff. 122r-238v, año 1488[5].

A finales de 1341 regresa Buenhombre a Avignon, junto a su patrono, y lleva consigo otra obra árabe, cuya traducción publica en 1342: Tractatus contra malos medicos. Se conserva manuscrita en Milán, Bibliot. Ambrosiana, I, 128 inf. 4, ff. 142r-148v, s. XV. Entre 1502 y 1505 fue impresa, sin fecha ni lugar, por Juan Elysio, con algunos retoques, proponiéndola como propia, y atribuyendo su composición original en árabe al mismo Alfonso Buenhombre. Un ejemplar de esta edición se conserva en Londres, British Museum, 540d20. Meersseman en "Archivum Fratrum Praedicatorum" 10 (1940) 106-108, imprime algunos fragmentos del manuscrito de la Ambrosiana y establece su comparación con el plagio de Elysio del British Museum.

Merecen también ser mencionados de modo especial los tres orientalistas siguientes: Pedro de Aragón, Domingo Marroquino y Guillermo de Tous. PEDRO DE ARAGÓN desarrolló su actividad     literaria ya bastante avanzado el siglo XIV. Escribió y tradujo al armeno en 1339 un Liber de virtutibus, en el que incluye varios capítulos de la Suma contra los gentiles, de santo Tomás de Aquino[6].

DOMINGO MARROQUINO fue profesor de árabe en el Estudio dominicano de Murcia. L. Robles descubre una colaboración suya en dos códices misceláneos. En el colofón de ambos se dice que Domingo Marroquino, de la Orden de los Predicadores, ayuda a su discípulo Rufino Alejandrino en la traducción del árabe al latín de la obra de Johannicio Isagogae Johannicii in quaestiones redactae. Los manuscritos se encuentran en: Erfurt, Bibliot. Amploniana, cod. 271, ff. 11-25; Danzig, Mar., 237.

GUILLERMO DE TOUS (+1406) profesó en el convento dominicano de Tarragona y escribió un tratado apologético contra los judíos, musulmanes e infieles. El libro se titula Lumen de lumine, y se encuentra manuscrito en: Barcelona, Bibliot. Central, 579, ff. 1r-10v, s. XV.

 

1.2. EXPOSITORES ACADÉMICOS

Otro grupo, tan compacto como el de los apologistas frente al mundo oriental, lo forman en este período primero un buen conjunto de pensadores encargados de la enseñanza sistemática de las ciencias filosóficas y teológicas en estudios universitarios, catedralicios y dominicanos en las diversas regiones de España, e incluso en centros extranjeros. Así encontramos transmisores españoles del pensamiento tomista en París, Montpellier, Barcelona, Lérida, Gerona, Toulouse, Valencia, Pamplona, Santiago de Compostela, Valladolid, Salamanca, Sevilla... Destacan los maestros Ferrer, Domingo de Alquézar, Gombaldo de Olugía, los hermanos Jaime y Juan Mateu, Nicolás Rosell, Guillermo de Anglés, Romeo de Bruguera, Juan Arias, Nicolás de Salamanca, Juan de Castellanos, Pedro Pelagio Compostelano... Muchos de ellos dejaron su legado literario, que no ha corrido en todos la misma suerte, desapareciendo para siempre en muchos casos.

MAESTRO FERRER, o "Ferrarius Catalanus"[7]. Al Maestro Ferrer Catalán lo encontramos en 1267 en París, como lo testimonia alguno de sus sermones. Fue discípulo directo de santo Tomás de Aquino, y regentó en el convento de Saint-Jacques de París la cátedra de teología para extanjeros en 1275-1276.

Se conservan de él diez Sermones manuscritos, dispersos en diferentes bibliotecas, y un Quodlibeto y una Cuestión Disputada. El Quodlibeto data de la Pascua de 1276, y comienza con las palabras "circa nostram quaestionem quaesitum fuit de duobus, primo de pertinentibus ad creatorem, secundo de pertinentibus ad creaturam". El P. Glorieux, obra y lugar citados en la nota 7 de pie de página, pueden verse veintiuna cuestiones, que se propone resolver el autor.

Tres son los manuscritos que conservan esta obra: París, Bibliot. Arsenal, 379, ff. 225r-234r; Reims, Bibliot. Munic., 488, f. 324v, Oxford, Merton Coll., 96, f. 267v. Tres de estas cuestiones (la 4ª, la 5ª y la 6ª) fueron editadas por Demers en Études Hist. Litt. et Doct. du XIIIe siècle (Ottawa 1932) 133-139. Martín Grabmann había impreso otras tres de ellas sobre la doctrina de las ideas (la 1ª,la 2ª y la 7ª) en "Estudis Franciscans" 42 (1930) 382-390.

 La Quaestio Disputata comienza "utrum primus motus vel cogitatio de re illicita sit peccatum". Así consta en el manuscrito de París, Bibliot. Arsenal, 379, f. 237, s. XIII.

BERNARDO DE TRILIA, o TRILLA (+ 1294) es considerado como español por muchos historiadores, incluso recientes, como Guillermo Fraile. Pío Künzle en la introducción a la edición crítica de Trilia, siguiendo a su contemporáneo, Bernardo Guy, lo hace originario de Provenza. Guy, en efecto, entra en la Orden Dominicana en Provenza en los últimos años de la vida de Trilia. El hecho de pertenecer entonces aquellas tierras al reino de aragón, movió a muchos cronistas a considerar como español a este filósofo. Fue sucesor de santo Tomás de Aquino en la cátedra de teología de la universidad de París hacia 1284, unos diez años después de la muerte del santo, y su doctrina es de inspiración plenamente tomista. Sobre su obra y pensamiento puede verse Pius Künzle, Bernardi de Trilia quaestiones disputatae de cognitione animae separatae. Defiende con santo Tomás la distinción entre esencia y existencia en las criatura en Quaestiones de differentia esse et essentiae. Escribió además tres Quodlibetos.

Un Libre de vicis e de virtuts, titulado Somme-le-roi, escrita en 1278, es atribuida por L. Robles a un dominico catalán desconocido, y sería la traducción al catalán de un tratado de Lorenzo de Orleans (o Gallus). Se halla manuscrita en París, Bibliot. Nat., Esp., 247, ff. 7r-181r, s. XIV[8].

GUILLERMO DE ANGLÉS es el primero en regentar la cátedra de teología fundada por el obispo de Valencia Ramón Gastó en 1345 en la iglesia Catedral. Muere el 6 de diciembre de 1368. El legado literario en latín y valenciano es puramente espiritual J. Pastor Fuster, J. Villanueva, y  otros bibliófilos valencianos hablan de él y de su obra[9].

NICOLÁS ROSELL nace en Mallorca el 3 de noviembre de 1314. Toma el hábito dominicano el dos de diciembre de 1326, cuando sólo tenía doce años. Escala los más altos puestos docentes y jerárquicos de la Provincia Dominicana de Aragón. Profesor del Estudio General de Barcelona, Maestro en Teología, es elegido Provincial el 24 de junio de 1350 en el Capítulo de Pamplona. El 7 de julio de ese año Clemente VI le nombra Inquisidor General de Aragón. El 24 de diciembre de 1356 Inocencio VI le hacía cardenal. Muere el 23 de marzo de 1362 en Mallorca, siendo sepultado en la iglesia conventual[10].

Sus escritos, como el resto de su actividad, están consagrados al servicio de la Iglesia romana. Así: el Tractatus de iurisdictione Ecclesiae super regnum Apulliae et Siciliae, conservado manuscrito en París, Bibliot. Nat., Lat. 4046, ff.  221v-224v, de la segunda mitad del s. XIV, y editado por Baluze (Mansi), t. Miscellanea, t. I, pp. 468-473; el Liber censuum, manuscrito en el Vaticano, Archivo Secreto, Arm. 35, nº 70; el De processibus paparum contra principes inutiles ex Nicolao cardinali Aragoniae, qui fuit tempore Innocentii VI anno Domini 1350, manuscrito también en el Arch. Secreto Vat., cod. 382, ff. 59-71, identificado por L. Robles y editado por M. García Miralles en "Analecta Sacra Tarraconensia" 36 (1963) 106-117.

Tomás Käppelli en "Archivum Fratrum Praedicatorum" 14 (1944) 5-42 da noticia de una colección miscelánea dominicana mandada realizar por Rosell en 1357 para su uso personal; el manuscrito autógrafo, conservado en Barcelona, según los historiadores antiguos ha desaparecido, conservándose una copia parcial del s. XVIII en el Archivo General de la Orden de Predicadores, del convento de Santa Sabina, de Roma, con la signatura LII. José Ríus Serra en "Hispania Sacra" 1 (1948) 448 describe un manuscrito del s. XV de la miscelánea del cardenal Rosell existente en Roma, Bibliot. Angelica, 627 (Q.1.14), VIII-198 folios[11].

ROMEU DE BRUGUERA, o Brugaria, o Sabruguera, o Çabruguera, venía siendo considerado por los autores como mallorquín hasta muy recientemente. Alberto Collell logra sacar adelante la sospecha de Finke acerca de su origen barcelonés[12].

E. Denifle en Chartularium Universitatis Pariensis, vol. II, p. 171s, transcribe un documento del 25 de marzo de 1308, firmado por los maestros de la universidad de París, entre los que figura Romeo de Bruguera, respuesta a una consulta de Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, sobre el asunto de los Templarios. En el Capítulo de Zaragoza fue elegido Provincial de Aragón, y entre sus actividades figura la restauración del Estudio de Árabe en el convento de Játiva y la reorganización de la vicaría dominicna del norte de África. Muere en 1313 en su convento de Barcelona.

 Entre las obras por él legadas, aparte los escritos citados menores, figuran Psaltiri català en prosa, y la Biblia rimada en catalán. La traducción del Salterio es ciertamente suya; la Biblia rimada lo es con mucha probabilidad. Ambos textos se contienen en el códice del siglo XIV de la Bibliot. Colombina de Sevilla, 7.7.6, 228 ff.; había sido propiedad de Fernando Colón, hijo del descubridor de América. Otros manuscritos del Salterio pueden verse en L. Robles, pp. 79-81.

NICOLÁS EYMERICH (+ 1399) es un autor fecundídisimo y de muy variados temas. Es presentado por los historiadores como un hombre rectilíneo, responsable de los arduos negocios puestos en sus manos, y poco flexible ante las novedades doctrinales y otras formas de pensar. Debido a esto chocó estruendosamente con altas personalidades, y la crítica histórica de ordinario le ha tratado con dureza.

Nombrado Inquisidor General de Aragón a principios de 1357, el rigor de sus actuaciones le creó una atmósfera adversa, y tuvo que ser depuesto en el Capítulo General dominicano de Perpiñán de 1360. El Capítulo General de Ferrara de 1362 le nombró Vicario General de su Provincia, pero el retraso voluntario en la reunión del Capítulo para la elección de Provincial provocó una excisión: unos eligieron a Eymerich y otros a Armengol. El papa Urbano V anuló ambas elecciones y puso como Provincial único para ambos bandos a Jaime Doménech.

El Capítulo General de Magdeburgo de 1363 le repuso en el cargo de Inquisidor. Antes del gran Cisma de occidente y durante él despliega una amplia actividad oratoria, literaria y diplomática en pro de los cardenales antiurbanistas y de los pontífices aviñoneses. Sus furias inquisitoriales se desplegaron particularmente contra los lulistas, grangeándose la enemistad de la corte, y viéndose obligado a buscar refugio en la curia aviñonesa. En 1397 vuelve a su convento de origen, la Anunciación de Gerona[13].

Dejando los escritos estrictamente inquisitoriales, legales y Escriturísticos, que son muy abundantes, y, haciendo atención a los de carácter filosófico-teológico, ofrecemos la siguiente muestra, reflejo por sí sola de su talento, de su inquietud por  la verdad en las cuestiones más arduas y de su intensa labor de publicista:

  1. Tractatus contra daemonum invocatores. Fue compuesto en 1259 y se encuentra manuscrito en: París, Bibliot. Nat., 1464, ff. 100v-161r, s. XV; Ib., 14533, ff. 85r-132v, s. XIV; ib., 15122, ff. 228r-304r, s. XIV; ib., Bibliot. Mazarie, 872 (1169), 145r-216v, s. XV; Bibliot. Apost. Vaticana, Vat. Lat. 11581, ff. 71-143, s. XV; El Escorial, Bibliot. del Real Monasterio, Z.II.12, ff. 79-203, s. XV.

  2. De potestate papali seu Summi Pontificis. Lo escribió en Avignon en 1383 por mandato de Clemente VII. Se conservan manuscritos en: Avignon, Anc. Fond. , 512, ff. 19r-33r, s. XV; París, Bibliot. Nat., 8975, pp. 74-88; El Escorial, Bibliot. del Real Monast., Z.II.12, ff. 203v-237r; s. XV.

  3. Tractatus de peccato originali et de conceptione Beatae Virginis. Lo terminó el 20 de 1384. Solamente se conserva la segunda parte, es decir, el tratado sobre la concepción de la Virgen María, Madre de Dios. Manuscritos en: Barcelona, Bibliot. Central, 716, que algunos, como Roura no consideran como suyo; Vaticano, Bibliot. Apost. Vaticana, Vat. Lat., 10497, ff. 84r-94r., s. XV.

  4. Tractatus de duplici natura in Christo et de tribus in Deo personis, seu an sacramentum Eucharistiae sit Pater et Filius et Spiritus Sanctus. La fecha de su composición es el 31 de enero de 1390 en Aviñón. Existe un manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 1464 ff. 22v-38, s. XV.

  5. Tractatus contra doctrinam Raymundi Lullii. Es dirigido al papa Clemente VII y representa una repulsa vigorosa de la doctrina lulista. La compuso el 20 de enero de 1390, y sirvió de base al papa aviñonés para declarar que la doctrina de Ramón Lull contenía errores y herejías. Hay un manuscrito en París, Bibliot. Nat., Lat., 1464, ff. 38v-72r, s. XV.

  6. Tractatus qui dialogus contra Lullistas appellatur. Lo acaba el 31 de diciembre de 1389, y lo dedica a Clemente VII. Se conserva manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 1464, ff. 73r-96r, s. XV.

  7. Tractatus intitulatus Fascinatio Lullistarum. Lo compuso en Aviñón en 1396, y lo didicó a Benedicto XIII. Va contra el Arte Grande y el Arte Pequeño de Ramón Lull. Existe manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 1464, ff. 96r-100, s. XV; ib., Lat. 15100, 145 ff., s. XVII.

  8. Elucidarius elucidarii. Fue escrito en la Seo de Urgel en 1393, y fue dedicado al arzobispo de Tarragona. Dice haberlo compuesto para impugnar el Elucidarius, o suma de la teología cristiana, de Honorio de Auntun. La obra se encuentra manuscrita en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3175, ff. 89v-98, s. XIV, y en Vaticano, Bibliot. Apost. Vatic., Lat. 1041, ff. 264r-299r, a. 1411. Fue editada por Yves Lefêvre, L'Elucidarium et les elucidaires, en Bibliothèque des Ecoles Françaises d'Athenes et de Rome, nº 180 (París 1954) 479-521.

  9. Tractatus contra praefigentes certum terminum finis mundi. Lo escribe en Aviñón y lo dedica a Juan, conde de Ampurias. Terminó su composición el 2 de marzo de 1395. Se encuentra manuscrito en: París, Bibliot. Nat.., Lat., 3171, ff. 58r-75v, s. XIV-XV; Madrid, Bibliot. Nac., 6213, ff.217r-242r, s. XV.

  10. Tractatus contra calumpniantes praeheminentiam Christi et Virginis Matris eius. Lo compuso en Aviñón en 1395 y lo dedicó al papa Benedicto XIII. J. Quetif tuvo en sus manos en 1661 un códice del tiempo del autor. Manuscritos de esta obra hay en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 3-6, s. XIV; ib., Lat., 14919, ff. 11r-21r, s. XVIII.

  11. Contra emissum in conclavi per Papam et Cardinales promissorium iuramentum, et contra epistolam Parisiensium magistrorum. Escribió este tratado en Aviñón en 1395, dedicándolo a Benedicto XIII. Se contiene manuscrito en: París Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 21v-30r, s. XIV.

  12. Contra Universitatem Pariensem Dei Ecclesiam impugnantem resposiones ad XXIX quaestiones. Fue escrita esta obra en Aviñón en 1395 por mandato de Benedicto XIII. Hay manuscritos de la obra en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 30-45, s. XIV; ib., Lat. 8975, ff. 7r-9r; Grenoble, Bibliot. Pub., 988, ff. 43-72.

  13. Tractatus contra astrologos imperitos atque nigromantes de occultis perperam iudicantes. Escrito en Aviñón en 1395, y dedicado al confesor del rey de Aragón, Tomás de Ulzina, O. F. M., nos da a conocer las artes mágicas de aquel tiempo. Se halla manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 75r-89v, s. XIV.

  14. Tractatus de admiranda sanctificatione Dei et hominis Genitricis. Lo escribe en Aviñón en 1396, y lo dedica al rey de Aragón. Se conserva manuscrito en: París Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 101-114, s. XIV.

  15. Confessio fidei christianae. Fue compuesta en Aviñón, para defenderse de los ataques de los lulistas, y la dedicó a Benedicto XIII; impugna aquí de nuevo la doctrina de Ramón Lull. Un manuscrito de ella hay en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 6v-21, s. XIV.

  16. Incantatio Studii Ilerdensis super XX articulis per quemdam Antonium Riera studentem Valentinum, ut defertur, inibi seminatis. Lo escribió en Aviñón en abril de 1396, y se conserva manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 114-121, s. XIV.

  17. Tractatus contra Alchimistas. Fue compuesto en Aviñón en 1396, y dedicado al conde de Ampurias. Se halla manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 45v-50, s. XIV.

  18. Correctorium corruptorii. Lo escribe en junio de 1396, y lo dedica al arzobispo de Tarragona y a sus sufragáneos desde Aviñón. Impugna la obra De vilitate conditionis humanae del papa Inocencio III, ofreciéndonos una concepción más optimista de la humanidad, como redimida por Cristo. Puede verse el manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3172, ff. 50-58, s. XVI.

  19. Tractatus super declaratione XXII articulorum magistri Sententiarum, in quibus communiter non tenentur. Lo comienza en Gerona el 1 de octubre de 1397 y lo termina el 30 de noviembre del mismo año. Lo dedica a fray Marco de Villalba, benedictino del monasterio de Ripoll, luego abad de Monserrat, que le interroga sobre el particular. Lo hallamos manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 3171, ff. 121v-135, s. XIV.

  20. In sordibus sordescat ille. Está datado en Aviñón el 31 de enero de 1390, y es una impugnación del lulista Pedro de Sesplanes. Se encuentra manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 1464, ff. 22.38.

Este conjunto de tratados manifiesta la fecundidad variadísima de este teólogo. Debemos señalar además que participa en todas las grandes controversias de su tiempo: sobre el lulismo, sobre Arnaldo de Villanova, sobre la unión de la divinidad con la sangre derramada de Cristo, sobre el cisma y el papado... Muchas de sus obras sobre estos temas se han perdido, pero hay constancia de haber dedicado a ellas verdaderos tratados.

JUAN DE MONZÓN (+ 1412). Se ha discutido la oriundez de este personaje entre los historiadores aragoneses y valencianos. V. Ximeno aduce en pro de Valencia, entre otras pruebas, la excomunión lanzada contra él por Clemente VII, en que le dice "Valentianensis dioecesis oriundum". J. Villanueva asegura haber visto una deliberación del consejo de la ciudad de Valencia del 4 de abril de 1375, que otorga a Monzón 100 florines de oro para su viaje a París y 200 más para que se gradúe de maestro en teología, y entre otros motivo dice "perçó com es natural de dita ciutat"; así lo escribe en Viage Literario, vol. II, p. 100s, nota a. Quetif-Echard y Latassa aducen en pro de la oirundez aragonesa el nombre, que recuerda al pueblo de Monzón, de la provincia de Huesca[14]. En los años 1381-1384 fue maestro de la catedral de Valencia.

Obtuvo la láurea del magisterio en teología en la universidad de París poco antes de la Pascua de 1387. Se atrajo pronto la indignación de los maestros parisienses al impugnar en público el privilegio mariano de la Inmaculada Concepción. Fue expulsado de la universidad no sólo él sino también todos los dominicos, no siendo recibidos en ella hasta 16 años más tarde. La excomunión pontificia le vino el miércoles 27 de enero de 1389. La corte aragonesa se encargó de protegerlo.

En 1401 se encuentra en el convento de Valencia, y es nombrado su consejero por el rey de aragon Martín I el Humano. En 1412 es elegido presidente de la comisión de Alfonso, duque de Gandía, para defender su candidaturaa a la corona de Aragón en el parlamento de Alcañiz. Muere el 12 de diciembre en el convento de Valencia.

Las obras que de él se han conservado tratan sobre el tema del momento que era el Gran Cisma de occidente, o sobre la cuestión que comenzaba a devatirse con furia entonces la la Inmaculada Concepción de la Virgen María. No conocemos nada sobre su pensamiento teológico-filosófico.

De ANTONIO CANALS (+ 1418) dice José Vives, en "Analecta Sacra Tarraconensia" 28, 1955, p. 133,  que "es sin duda uno de los mejores autores de prosa religiosa en el siglo de oro de las letras catalanas". Sucedió en la cátedra de teología de la Seo de Valencia a san Vicente Ferrer y la rigió desde 1390 hasta 1398, siguiéndole su hermano Pedro hasta 1405[15].

En su obra literaria encontramos escritos personales de gran importancia dentro del pensamiento cristiano, sobre todo por lo se refiere a la mística, y hallamos también traducciones de autores muy representativos del mundo antiguo y medieval. Citamos sumariamente ambas clases de obras, dejando otras no tan pertinentes a nuestro propósito:

1. Scipiò e Anibal, o Lo parlaments e la batayla que agueren Aníbal e Scipiò, o Lo rahonament fet entre Scipiò Africà e Aníbal. Bajo estos títulos figura en manuscritos y ediciones. Está dedicada a Alfonso, duque de Gandía, y es una traducción libre de la obra África de Petrarca.

Encontramos manuscritos en: Barcelona, Bibliot. Univers., 102 (antes 21-4-29), ff. 1r-24v, s. XV; ib., 17 (antes 21-3-2), ff. 1r-39r, s. XV; ib., Bibliot. de la Academia de Bellas Letras, ff. 20r-29r, s. XV; ib., Bibliot. de Cataluña, o Central, 352; ib, 991, ff. 118rss; ib., 472. Fue editada esta obra por: A. Bofarull, en Memorias de la Real Academia de Bellas Letras de Barcelona, t. II, pp. 532-560; M. Miquel i Plans, en Novelari Català, Barcelona 1910; R. Miquel i Plans, en Històries d'Altre Temps, t. VIII, Barcelona 1910; Martí de Riquer, en Els Nostres Clássics, colecc. A, vol. 49, Barcelona 1935.

2. Llibre de Valeri Maxim. Es una traducción, realizada en 1387, de la obra de Valerio Máximo De dictis factisque memorabilibus. Está dedicada al cardenal don Jaime de Aragón. Quetif-Echard cita un códice existente en la París en la Bibliot. Colbert, 516, que es 10 de Bibliot. Nat., Esp., del s. XV. Nicolás Antonio habla de una traducción del catán al castellano, hecha por el propio Antonio Canals, a ruegos de la corte de Castilla, en 1390, y que se encontraba en la Bibliot. de fernado Colón, legada por éste a la Catedral de Sevilla. Bayer, en las notas a Nicolás Antonio, habla de varios manuscritos: uno en Madrid, Bibliot. Nac.; otro, en lemosín, en El Escorial, Bibliot. del Real Monast., que es el R.I.11, y otro, también en el Escorial, en castellano, y que es el H.I.10; éste último con cartas de envío y de agradecimiento, del 1 y del 10 de diciembre respectivamente.

Nicolás Antonio, al hablar del cardenal Jaime de Aragón, dice que éste tradujo al castellano la obra de Valerio Máximo. Esta versión se encuentra, dice, en el monasterio de Jerónimos de la Mejorada, siguiendo a Morales en su Itinerario; debe corresponder al manuscrito 2208, de la Bibliot. Nac. de Madrid. Cita igualmente otro códice conservado entre los manuscritos del conde de Vallumbrosa, con una traducción de esta obra en castellano, hecha por orden del cardenal de Santa Sabina, hijo del infante don Pedro de Aragón, y enviada por éste a Barcelona. Por fin habla también Nicolás Antonio de un escritor anónimo, que tradujo al castellano esa obra de Valerio Máximo, y que el manuscrito se conserva en la Bibliot. del Marqués de Mondéjar con esta nota: "este libro de Valerio Máximo escrivió Diego de Lombraña, criado de Alfonso González de León, Contador del Rey, por mandado del dicho Alfonso González, en la muy noble ciudad de Sevilla, año del Señor de MCDXXXIV".

Todo esto nos revela el valor que se dio entonces a esta obra. Más noticias de los manuscritos actualmente exitentes en L. Robles en el estudio indicado en la bibliografía general. Fue impresa la traducción de Canals por: Ramón Miquel i Plans, Llibre anomenat Valeri Máximo del dits et fets memorables..., en Biblioteca Catalana, vols. I y II, Barcelona 1914.

3. Scala de contemplació. Es su obra más importante. Escrita entre 1398 y 1401, no ha sido todavía impresa, a no ser el prólogo, que fue publicado por Marçal Olivar en "La Paraula Cristiana" 2 (1925) 152-161. Se encuentra manuscrita la obra en: Barcelona, Bibliot. Central, 473, ff. 100r-174v.

4. De arrha de anima. Es una traducción del Soliloquium de arrha animae de Hugo de San Víctor. Se encuentra manuscrito este libro en: Barcelona, Bibliot. Central, o de Cataluña, 41, ff. 1r-25v, s. XV. Fue impreso por: Jorge Rubió, en Estudis Universitaris Catalans, vol. IV, 1910, pp. 450-475; Martín de Riquer, en Els Nostres Clássics, colecc. A, vol. 49, Barcelona 1935, pp. 121-171.

5. Carta de Sant Bernat a sa germana. Es la versión a catalán del tratado De modo bene vivendi, atribuido falsamente a san Bernardo. El prólogo tiene un elogio de los buenos libros, que es casi una tradución literal del cap. I del Philobiblon del obispo Ricardo de Bures. Véase sobre esto: M. de Riquer, Ricardo de Bury y fr. Antonio Canals, en "Revista Bibliográfica nacional" 4 (1943) 377-380. J. Villanueva, Viage Literario, t. i8, p. 172 menciona un manuscrito del convento de San Agustín de Barcelona. L. Robles describe tres códices de la ciudad condal. Editó la obra Próspero Bofarull y Mascaró, en Documentos Literarios en Antigua Lengua Catalana (siglos XIV y XV), Barcelona 1857, pp. 415-652.

6. De la providència divinal. Es una traducción de la obra de Séneca De Providentia. Hay manuscritos de ella en: Barceolona, Biblit. Central, o de Cataluña, 1030, ff. 1r-23r, s. XV; ib., Academia de Bellas Letras, ff. 29r-35v. La imprimió: A. de Bofarull, en Memoria de la Real Academia de Bellas Letras de Barcelona, t. II, pp. 561-580; M. de Riquer, en Els Nostres Clàssics, vol. 49, Barcelona 1935, pp. 85-120.

7. De arte memorativa expositio. Se trata de un comentario en antiguo provenzal al libro De arte memorativa de Raimundo Lulio. Habla de esta obra Bayer en nota a Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana Vetus, Madrid ... vol. II, lib. IX, cap. VII, nº 396, nota 2, p. 189. Un análisis sobre este tratado lo hace M. Batllori en "Analecta Sacra Tarraconensia" 9 (1933) 269-271. Hasta 1904, en que desapaereció en un incendio, había un manuscrito de esta obra en: Turín, Bibliot. Nac., I.V.47 (P. Lat., 1065). De este manuscrito habla Batllori en el estudio que acabamos de citar.

SAN VICENTE FERRER (+ 1419), muy exuberante en facetas apostólicas y misioneras, descata también bajo el punto de vista filosófico, teológico, eclesiológico y apologético. Fue profesor de Lógica en el convento de Lérida entre 1370 y 1372. En 1375 enseñó filosofía en Barcelona. Completó sus estudio teológicos en Toulouse y en París. Ocupó la cátedra de la Seo de Valencia entre 1385 y 1390, sucediendo en ella a Juan de Monzón y siendo sucedido por Antonio Canals. Deja luego la enseñanza para dedicarse a la defensa del papado de Aviñón durante los primeros años del Cisma de Occidente y a la predicación itinerante por España y Europa. Los manuscritos de sus obras son muy abundantes, y se hallan dispersos por las más variadas bibliotecas y archivos europeos. Hacemos atención aquí sólo de los tratados, en los encontramos expuesto su pensamiento teológico o filosófico. Sobre cuestiones espirituales y teológicas debemos mencionar: Tractatus de vita spirituali, Tractatus consolatorius in tentationibus circa fidem, Contemplacio molt devota qui compren tota la vida de Jesucrist Salvador nostre, ab les proprietats de la missa; todos estos tratados se encuentran editados, traducidos y estudiados en la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), de la Editorial Católica, Madrid 1956[16].

Los escritos estrictamente filosóficos transpiran la mentalidad del tomismo. Son dos breves tratados, fruto de su enseñanza en el convento de Lérida: De suppositionibus terminorum y Quaestio solemnis de unitate universalis. El tratadito segundo es un breve ejercicio de clase. El primero, o la suposición de los términos, aborda un problema de capital importancia en la Escolástica por sus aplicaciones a muchas cuestiones transcendentes de Filosofía y Teología. Si el siglo XIV fue muy prolífico en buenos tratados de lógica, este de san Vicente no desdice de los mejores. Fueron editados por H. Farges, en Oeuvres de Saint Vincent Ferrer, París 1909. J. A. Trentman publicó la edición crítica de las suposiciones en 1977, y la del universal en 1982. Más recientemente los han publicado en español con buena introducción y notas V. Forcada y A. Robles. Hizo asimismo san Vicente unas anotaciones a la Summa Theologiae de santo Tomás, que fueron publicadas por T. Malvenda en Crisis thomistica et novissima litteris emendatio Summae Theolgiae Angelici Doctoris (Zaragoza 1719) y reproduce en parte la edición de la Summa Theologiae de Palma de Mallorca de 1774.

 

1.3. OTROS PENSADORES Y CAMPOS

No creo que pueda hablarse, como parecen insinuar algunas historias, de influencia de la doctrina política de santo Tomás en la obra legislativa del rey de Léon y Castilla ALFONSO X EL SABIO (+ 1284). La obra del Aquinate De regimine principum fue compuesta en 1266, y algo posterior es la Segunda Parte de la Suma de Teología, con sus cuestiones relacionadas con la política; las Siete Partidas del Rey Sabio estaban ya acabadas en 1265. Sí fue tenida en cuenta en la parte canónica de las Siete Partidas la obra de legislación eclesiástica de san Raimundo de Peñafort, tan vinculado, aunque ya un poco tarde, hacia 1270, con los quehaceres científicos de santo Tomás. Sino en las Siete Partidas, sí algo más tarde, en los escritos hispanos sobre las formas de gobierno, influirá la doctrina política de santo Tomás mediante el tratado De regimine principum y la Summa Theologiae. De esta forma muy pronto el tomismo llegará a inspirar a la filosofía política hispana, tanto medieval como moderna.

Del filósofo portugués PEDRO HISPANO (+ 1277), papa con el nombre de Juan XXI, quizás haya que decir lo contrario: no fué él el influido o el impulsado, sino el que impulsó al tomismo, defendiéndolo cuando las primeras condenas, y consiguiendo que su obra de Lógica sirviera de base firme a los tomistas para implantar su sistema ideológico. En efecto, en 1276, dos años después de la muerte de santo Tomás, Pedro Hispano, convertido en ese año en el papa Juan XXI, ordenó al obispo de París, Esteban Tempier, que le hiciera una relación de los errores y corrientes de pensamiento que tenían tan perturbada la universidad y ciudad de París. Tempier, llevado de excesivo celo por la ortodoxia, reunió pronto un elenco de 219 proposiciones entonces controvertidas y sospechosas, y las condenó. Entre ellas figuraban algunas tesis muy importantes del tomismo. Juan XXI desaprobó esa extralimitación, y mandó de nuevo al arzobispo de París que le enviara a Roma sólo una información sobre las cuestiones debatidas en la universidad parisina. Los tomistas consideraron esta determinación pontificia como una aprobación manifiesta de su causa.

Una obra muy importante de este papa son las Summulae Logicales. Su difusión fue extraodinaria por Europa hasta el punto de constituirse en el manual ordinario de Lógica durante varios siglos en las universidades y centros superiores de estudio. En España no serán suplantadas hasta bastante avanzado el siglo XVI, con la publicación de las obras lógicas de los dos sorianos, Domingo de Soto y Gaspar Cardillo de Villalpando, y a finales de ese siglo por las de Domingo Báñez.

Otra obra importante de Lógica, de principios del siglo XIV, es la titulada Suma de toda la Lógica de Aristóteles. Fue atribuida durante la Edad Media a santo Tomás de Aquino. Después de las investigaciones en este siglo, de Martín Grabmann, que la considera de origen hispano, los investigadores consideran en general que debe ser atribuida a un autor español.

España fue muy fecunda durante el siglo XIV en obras lógicas. Ya hemos hecho referencia en el punto anterior a san Vicente Ferrer. Recordemos todavía al dominico JUAN FORT (+ 1342). Era profeso del convento de Huesca. En 1323 fue enviado a París para graduarse en teología. Fue Provincial de Aragón. Escribió la obra Praedicabilia, de comentario a la lógica de Aristóteles. Se conserva un manuscrito en: París, Bibliot. Nat., Lat., 1215, ff. 23r-58v, s. XIV[17].

Otro filósofo de finales del siglo XIII y principios del XIV es JUAN GIL DE ZAMORA. Fue maestro, confesor y consejero del rey de Castilla y León Sancho IV el Bravo, y escribió una Historia Natural. Intervino asimismo en las controversias sobre la incorporación de la filosofía a la teología. Este problema es el que se debate en la obra Lucidario, que es atribuido a dicho rey, y en cuya composición parece haber intervenido este dominico, Juan Gil de Zamora.

Poeta y filósofo en los primeros años de finales del siglo XIII y de principios del siglo XIV es otro dominico, llamado PEDRO PELAGIO COMPOSTELANO. Fue catedrático en el convento de Santo Domingo de Santiago de Compostela y en la Iglesia Catedral. Se le ha resaltado en el siglo XX, porque se le considera como de los primeros teólogos que defendieron la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Su única obra conocida, en donde se encuentra el pasaje inmaculatista, es De consolatione rationis. La dedica a Berengario II de Landore, que había sido Maestro General de los Dominicos, y entonces era arzobispo de Compostela, pontificando en esta sede entre los años 1317 y 1330.

La obra transciende ese valor singular del inmaculatismo. Es de gran valor poético y encierra una honda meditación filosófico-teológica. El libro es una alegoría: el mundo se le presenta a Pedro Compostelano como en sueños bajo la forma de una atractiva joven, que pretende seducirlo con sus encantos; le anima a disfrutar de las cosas de esta vida, que son las únicas que existen; luego se le presenta la razón como una virgen más bella todavía, que recrimina al mundo y a sus legados, le presenta otras siete vírgens, que son las siete artes liberales, e invita al autor a seguirlas. En esa dialéctica entre la razón y el mundo entran en juego también los vicios y las siete virtudes (teologales y cardinales). Las composiciones en verso se combinan con la prosa, formando un conjunto de gran belleza.

Pedro Compostelano parece inspirarse particularmente en tres autores: Boecio con su libro De consolatone philosophiae; san Agustín con sus obras De duabus animabus contra manichaeos, De libro arbitrio y De civitate Dei y san Isidoro de Sevilla con su libro Synonima, o Liber Lamentationum, obra muy intimista, que nos evoca la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis[18].

Lucas Modric en su artículo sobre Pedro Compostelano como primero en afirmar la Inmaculada, publicado en la revista "Antonianum", en el volumen 29, de 1954, en las páginas 563-572, reivindica la paternidad de la obra para el teólogo dominico Pedro Pelagio Compostelano. Como profesor del convento de Compostela aparece en las actas de los capítulos provinciales de Estella de 1281 y de Barcelona de 1299. Todo parece contradecir el parecer de los críticos anteriores, como su editor P. Blanco Soto, que colocaban la composición de este significativo libro en pleno siglo XII.

La obra se encuentra manuscrita en El Escorial, Biblioteca del Real Monasterio, R.II.14., ff. 33-57, s. XIV.

Una obra similar compuso en su retiro de Peñíscola (Castellón de la Plana) el papa Luna, BENEDICTO XIII (+1423). La tituló Liber de consolatione theologiae. Se inspira, como la de Pedro Compostelano, en la De consolatione philosophiae del citado autor de los siglos V-VI, Anicio Manlio severino Boecio.

Añadamos todavía brevemente los nombres de otros tres filósofos dominicos de esta parte del medievo. BERNARDO DE PUIGCERCÓS (+ s. XIV, mediado) es del convento de Barcelona, y estudió en París. Fue Inquisidor General de Aragón, y polemizó con Arnaldo de Vilanova; éste escribió contra él Denuntiationes Gerundenses contra Bernardum de Puigcercós. Otra cuestión debatida en que interviene es la referente a los contratos de compra-venta; así aparece en la obra Quaestio disputata inter fratrem Bernardum de Podio Cercoso et Raimundo de Area de licitudine contractus emptionis et venditionis cum conditione revenditionis. De ella se concerva un manuscrito en: Barcelona, Archivo de la Corona de Aragón, Sant Cugat, 42, s. XIV[19].

PEDRO SOPLANA (+ 1365) hizo una traducción al catalán de la citada obra de Boecio De consolatione philosophiae. Hay restos manuscritos en: Barcelona, Archivo de la Corona de Aragón, Ripoll, 113, ff. 141r-145v, s. XIV; París, Bibliot. Nat., Esp., 474, s. XV. Se publicó en la Biblioteca Catalana, de M. Aguiló y Festé, y en Documentos literarios en antigua lengua catalana, de P. Bofarull y Mascaró, t. 13 (Barcelona 1857) 395-413.

ANTONIO GINEBRADA (+ 1395) consiguió el magisterio en Teología en París, y fue obispo de Torres (Cerdeña). Revisó la traducción de la obra de Boecio por Soplana, ofreciendo como una versión de ella. Hay manuscritos de este Libre de Boecio de consolació en Barcelona (Bibliot. Univers. y Bibliot. Central) y en Madrid (Bibliot. Nac. y Bibliot. de la R. Academia de la Hist.)[20].

 Ya han ido apareciendo en esta exposición pensadores y obras polémicas contra las doctrinas de Ramón Lull y Arnaldo de Vilanova. En torno a este asunto debemos recordar todavía a algunos autores. Contra el dominico MARTÍN DE ATECA, de finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, se ensaña Arnaldo de Vilanova en Antidotum contra venenum effusum per fratrem Martinum de Atheca praedicatorem. Esta obra se conserva manuscrita en: Bibliot. Apostólica Vaticana, Vat. Lat., 3824, s. XV. Publicó un fragmento de este códice F. Ehrle, en "Archiv für Literatur und Kirchengeschichte des Mittelalters" 2 (1886) 327. L. Robles cita además otra obra de Ateca titulada Doctrinale prosaicum, de la que hay un manuscrito en: Basilea, Bibliot. Púb., F.IV.33.

GUILLERMO DE COLLIURE fue inquisidor del reino de Valencia, y persiguió y condenó las doctrinas de Arnaldo de Vilanova y sus discípulos. M. Menéndez Pelayo recoge y transcribe una Sententia contra Arnaldum de Vilanova, en que interviene Guillermo de Colliure[21].

De mentalidad contraria a los anteriores es RAMÓN TÁRREGA (+ 1371). Es un judío converso, que hizo su profesión religiosa en el convento dominicano de Cervera. Estudió en Barcelona, donde asistió a las clases de Nicolás Eymerich. En 1357 enseñó Lógica en Lérida, teniendo como alumno a Juan de Monzón. Explicaba teología en Cervera, cuando fue encarcelado por la Inquisición. Fueron quemados sus libros, y él consumió sus días en la cárcel. Se le atribuyen diversas obras, que se confunden con otras similares de Ramón Lull, como la conocida con los nombres De quinta essentia, o De Alquimia, y la titulada De invocatione daemonum[22].

 

BIBLIOGRAFÍA GENERAL SELECTA

J. QUETIF - J. ECHARD, Scriptores Ordinis Praedicatorum, 2 vols., París 1719 y 1721.

NICOLÁS ANTONIO HISPALENSE, Bibliotheca Hispana Vetus, sive Hispani Scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad annum Christi MD floruerunt... Curante Francisco Perezio Bayerio..., 2 tomos, Madrid 1788.

ID., Bibliotheca Hispana Nova sive Hispanorum Scriptorum qui ab anno MD ad MDCLXXXIV floruere notitia..., 2 tomos, Madrid 1783 y 1788.

LATASSA, FÉLIX DE – GÓMEZ URIEL, MIGUEL, Bibliotecas Antigua y Nueva de Escritores Aragoneses de Latassa [Félix de],aumentadas y refundidas de Diccionario Bibliográfico-Biográfico [de Escritores Aragoneses]por don Miguel Gómez Uriel…, 3 tomos, Zaragoza, Imprenta de Calisto Ariño, Coso 100, piso bajo, 1884, 1885 y 1886.

RAMÓN MARTÍNEZ VIGIL, La Orden de Predicadores... Ensayo de una Biblioteca de Dominicos Españoles, Madrid 1884.

MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO, Historia de los Heterodoxos Españoles..., en Edición Nacional de las Obras Completas de Menéndez Pelayo 35-42, 8 vols., Santander 1946-1948.

G. M. MANSER, O. P., La esencia del Tomismo... Traducción del alemán por VALENTÍN GARCÍA YEBRA... (Segunda edición , corregida y aumentada de acuerdo con la tercera edición alemana), C.S.I.C., Madrid 1949.

M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Index Scriptorum Latinorum Medii Aevi Hispanorum ,Madrid 1959.

LAUREANO ROBLES, Escritores dominicos de la Corona de Aragón (siglos XIII-XV), en Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España. 3. Siglos III-XVI, Salamanca 1971, pp. 7-178. También con tirada aparte.

RAMÓN HERNÁNDEZ, Teólogos dominicos españoles pretridentinos, ib., Salamanca 1971, pp. 179-234.

VICENTE MUÑOZ DELGADO, Lógica Hispano-Portuguesa hasta 1600 (Notas bibliográfico-doctrinales), ib., 4. Siglos I-XVI, Salamanca 1972, pp. 9-122.

JOSÉ RIESCO TERRERO, La metafísica en España (siglos XII al XV), ib., Salamanca 1972, pp. 203-260.

EMILIO SÁEZ - MERCÈ ROSSELL, Repertorio del Medievalismo Hispánico (1955 - 1975), 4 vols. (Barcelona 1976-1985).

CHARLES FAULHABER, Las retóricas hispanolatinas medievales (s. XIII-XV), ib., 7, Salamanca 1979, pp. 11-66.

VICENTE MUÑOZ DELGADO, Ciencia y filosofía de la naturaleza en la Península Ibérica (1450-1600), ib., Salamanca 1979, pp. 67-148.

JORDÁN GALLEGO SALVADORES, La metafísica en España durante el siglo XVI (I), ib., Salamanca 1979, pp. 147-234.

JOSÉ LUIS ABELLÁN, Historia crítica del pensamiento español. Tomo I..., Espasa-Calpe, Madrid 1979.          Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España. Vols. 1-7. Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1967-1979.

GUILLERMO FRAILE - TEÓFILO URDÁNOZ, Historia de la Filosofía Española. I. Desde la época romana hasta fines del siglo XVII, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), La Editorial Católica, 2ª edición, Madrid 1985.

ALAIN GUY, Historia de la Filosofía Española, Editorial Anthropos, 2ª edición, Barcelona 1985.

SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma de Teología. Edición dirigida por los Regentes de Estudios de las Provincias Dominicanas en España... 5 vols., BAC maior Madrid 1988ss, y sus ediciones posteriores con algunas nuevas precisiones.

THOMAS KAEPPELLI, O. P., (+ 1984) - AEMILIUS PANELLA, O. P., Scriptores Ordinis Praedicatorum Medii Aevi, 4 vols. (desde principios del siglo XIII hasta 1500) Roma 1970-1993. En el último tomo hay muchas correcciones y adiciones a los anteriores.

BUENAVENTURA DELGADO (y colaboradores), Historia de la Educación en España y América, en colecc. Fundación Santa María, 3 vols. (Madrid 1992-1994).

GONZALO DÍAZ DÍAZ, Hombres y Documentos de la Filosofía Española, 7 vols., desde la A hasta la Z, C.S.I.C. (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Madrid 1980 - 2003.

 


[1]  Un estudio muy valioso sobre R. Kilwardby, su relación con santo Tomás y el tomismo, y con todo el ambiente filosófico, en que se fragua este sistema filosófico puede verse  en Jesús M. Rodríguez Arias, O. P., El retorno de Roberto Kilwardby, O. P.; su doctrina sobre la abstracción científica, en “Ciencia Tomista” 72 (1981) pags. 89-122.

[2]  Merecen ser destacados los trabajos de: I. C. Wagenseil, Disputatio inter B. Nachmanidem et Christianum Paulum, O. P., Altdorff 1657 y 1681; I. Loeb, La controverse de 1263 Barcelona entre Paulus Christiani et Moïse ben Nachman, en “Revue des Études Juives, 15 (1887), págs. 1-18; H. Denifle, Quellen zur Disputationem Pablos Christiani mit Mosse Nachmani zu Barcelona 1263, en “Historisches Jarhbuch” 8 (1988) págs. 225-244; J. M. Millás Vallicrosa, Sobre las fuentes documentales de la controversia de Barcelona en el año 1263, en “Anales de la universidad de Barcelona, Memorias y Comunicaciones” 1940, págs. 25-44; J. Mª. Coll, O. P., Escuelas de lenguas orientales en los siglos XIII y XIV, Controversias y misiones a los judíos, en “Analecta Tarraconensia” 19 (1946) págs. 217-240.

[3] Sobre las escuelas dominicana de lenguas orientales puden verse: A. Cortabarría  Beitia, O. P., San Ramón de Penyafort y las escuelas dominicanas de lenguas, en “Estudios del Vedat” 7 (1977) 125-154; J. Formentín Ibáñez, Funcionamiento pedagógico y proyección cultural de los Estudios de árabe y hebreo promovidos por San Ramón de Penyafort, ib., págs. 155-176. Sobre Ramón Martín damos algunos de los muchísimos estudios: A. Berthier, Un maître orientaliste du XIIIe siècle, Raymond Martin, O. P., en “Archivum Fratrum Praedicatorum” 6 (1936) 267-311; A. Rodríguez Bachiller, Influencia de la filosofía árabe en el Pugio Fidei de Raimundo Martín, Casa Hispano-Árabe, Madrid 1969; A. Cortabarría Beitia, El estudio de las lenguas en la Orden Dominicana… Raimundo Martí…, en Estudios Filosóficos” 19 (1970) págs. …; Id., Fuentes árabes del Pugio Fidei de Ramón Martí: Algazel (1085-1111), en “Ciencia Tomista” 112 (1985) págs.581-596. De Adolfo Robles, O. P., recogemos algunos estudios: la edición crítica de Capistrum Iudaeorum con su introducción y traducción al español, en Würzburg-Altenberge 1990-1993; Fray Ramón Martí de Subirats, O. P., y el diálogo misional en el siglo XIII, Caleruega (Burgos) 1986. Abundantes son las publicaciones de Laureano Robles sobre esto y temas afines, como El Capistrum Judaeorum de Ramón Martí, O. P., en “Ciencia Tomista” 120 (1993) págs. 587-620.

[4] De su biografía y de sus escritos se han ocupado con notable extensión  y buen sentido crítico los siguientes autores: Marco Antonio Van den Oudenrijn, De opusculis arabicis quae latine vertit frater Alphonsus Buenhombre, O. P. Textus aliquot e codicibus manuscriptis Biblioth. Med. Laurent. Florentiae cum introductione et notis, en “Analecta Sacri Ordinis Fratrum Praedicatorum”, an. 28 (1920) págs. 32-44, 85-93 y 163-168; Atanasio López, O. F. M., Obispos en África Septentrional desde el siglo XIII, 2ª ed., Tánger 1941; G. Meesserman, La chronologie des voyages et des oeuvres de frère Alphonse Buenhombre, O. P., en “Archivum Fratrum Praedicatorum” 10 (1940) págs 77-108.

[5]  M. A. Van den Oudenrijn imprime el prólogo en  “Analecta Sacri Ordinis Fratrum Praedicatorum” an. 28 (1920) pags. 167s, que reproduce G. Meersseman en “Archivum Frarum Praedicatorum” 10 (1940) pág. 101.

[6]  Véase sobre ello M. A. Van den Oudenrijn, Notulae Armeno-Dominicanae, en “Achivum Fratrum Praedicatorum” 35 (1965) págs. 425-426.

[7]  Se han preocupado principalmente de este maestro los siguientes investigadores: P. Glorieux, La littérature quodlibétique de 1260 a 1300, en “Bibliothèque Thomiste”,vol.V, Le Saulchoir Kair, Belgique, 1925, págs. 109-11º; P. Martí de Barcelona, O. F. M. Cap., Ferrarius Catalanus, en “Criterion” III (1927) págs. 479-483; M. Grabmann, Quaestiones tres Fratris Ferrarii Catalani, O. P., doctrinam sancti Augustini illustrantes ex codice Parisiensi editae, en “Estudis Franciscans” 42 (1930), págs. 382-390;  A. Collell, O. P., Escritores Dominicos del Principado de Cataluña, Ed. Ponencia de Cultura de la Diputación Provincial, Barcelona 1965, págs. 124-126; Id., Ferrarius Catalanus,O. P., sucesor de Santo Tomás de Aquino (Quodlibeto inédito), en “Escritos del Vedat” 4 (1974) págs. 425-478.

[8]  Entre otros estudios puede consultarse el de P. Mandonnet, O. P., Laurent d’Orleans, auteur de Somme-le-roi, en “Revue des Langues Romanes” 56 (1913) págs. 20-23.

[9]  Cf. J. Villanueva, Viaje literario a las iglesias de España, t. 2, Madrid 1804, págs. 5, 100 y 134-138; t.10, pág. 120; J. Pastor Fuster, Biblioteca Valenciana, t.  1, Valencia 1827, págs. 8 y 9.

[10]  Se han ocupado modernamente  de este personaje los siguientes autores: Ramón Alós, El Cardenal de Aragón fray Nicolás Rosell, en “Cuadernos de Trabajos de la Escuela Española de Arqueología e Historia en Roma” 1, Mardrid 1912, págs. 15-60; Juan Vincke, Nicolaus Rosell, O. P., Kardinal von Aragón, en “Archivum Fratrum Praedicatorum” 14 (1944) 116-197; Manuel García Miralles, O. P., El opúsculo De processibus paparum contra principes inutiles del cardenal Rosell, O.P., en “Analecta Sacra Tarraconensia” 36 (1963) págs. 103-117; Tomás Käppelli, O.P., Cronache domenicane di Giacomo Domenech, O. P., una raccolta miscellanea del card. Nicolò Rosell, en “Archivum Fratrum Praedicatorum” 14 (1944) págs. 5-42.

[11]  Nicolás Antonio le atribuye además unos Commentarii in Matthaeum.

[12]  Han estuduado a este maestro parisino en los últimos años los historiadres que siguen: J. Miret y Sans, Notes, bibliogràphiques d’en Pere Salvatge i fra Romeu de Bruguera amb mostres de la Biblia Catalana rimada de la XIII centuria, en “Congrés d’Historia de la Corona d’Aragó dedicat al rei en Jaume I i a seva època”, tenido en Barcelona en 1908 y publicado en 1909, vol. I, págs. 147-171; Id., El Llibre de Daniel de la Biblia Catalana Rimada de Sevilla, en “Revue Hispanique”, tome XXXVI (1916), págs. 72 – 134; J. Massó i Torrents, Repertori de l’antiqua literatura catalana, vol. I, Barcelona 1932, págs. 357-361; J. Mª. Coll. O. P., ¿Quién es el autor del Salteri Catalán en prosa?, en “Analecta Sacra Tarraconensia” 20 (1947) 243-248; A. Collell, O.P., Fray Romeu de Bruguera, O. P., más notas bibliográficas, en “Analecta Sacra Tarraconensia” 35 (1962) págs. 267-281; Id., Escritores dominicos del Principado de Cataluña, Barcelona 1965, págs. 57-58.

[13]  Los autores modernos, que han estudiado esta figura, han relegado casi al olvido a los precedentes historiadores, poco precisos y más apologistas que historiadores. Estudian la participación de N. de Eymerich en las controversias lulianas: Faustino D. Gazulla, Estudio de la falsa bula a nombre del papa Gregorio XI, inventada por el dominico fray Nicolás de Eymerich, contra las doctrinas lulianas, en “Bolltí de la Soc. Arqueol. Luliana” tomos XII-XIII, Palma de Mallorca 1909-1910; F. Villalonga y Ferrer, Las cien proposiciones atribuidas por Eymerich al Beato Ramón Lull, ib.; Andrés Ivars, Los jurados de Valencia y el Inquisidor fray Nicolás Eymerich, en “Archivo Ibero-Americano” 6 (1916) págs. 68-159; J. carreras Artau, Una aportación a la historia del origens doctrinals de l’antilullisme, en “Estudis Franciscans” 46 (1934) 163-195; Martí de Barcelona, Nous documents sobre Ramón Lull i la seva Escola, ib., págs. 326-358; J. Vinke, Lull und Eymerich, Ib., págs. 402-406; José M. Coll, O. P., Fr. Felipe Puigserver, O. P., solicita del convento dominicano de Gerona el Fascinatio Lullistarum de Eymerich, en “Anales del Instituto de Estudios Gerundenses” 9 /1954) págs. 163-170; J. Roura Roca, Posición doctrinal de Fr. Nicolás de Eymerich, O. P., en la polémica luliana, Gerona 1959.

Estudios biográficos modernos de conjunto encontramos los siguientes: R. Ricozzi, L’Inquisiteur Nicolás Eymerich (1320-1399), sa vie et ses oeuvres, en “Ecole Nationale de Chartres, position de theses…de 1936”, Nogent le Retrou 1936, págs. 151-160; J. Pla y Cargol, Biografías de Gerundenses, Gerona 1948, 14, 15 y 42; Alberto Collell, O.P., Escritores Dominicos del Principado de Cataluña, Barcelona 1965, págs  114-118. Un buen tratado sobre su actuación en el Cisma de Occidente nos ofrece Enrique Finke, Nicolás Eymerich, publicista en los comienzos del Cisma de Occidente, en “Anales del Instituto de Estudios Gerundenses” 2 (1947) págs. 124-132; es traducción de una parte del artículo Drei spanische Publizisten aus den Anfängen des grossen Schisma: Matthäus Clementis, Nikolaus Eymerich, der heilig Vicente Ferrer, en Gesamelte Aufsätze zur Kulturgeschichte spaniens, vol. I, Münster in W., págs. 181-187.

[14]  Cf.:  E. Denifle en el volumen III del Chartularium Universitatis Parisiensis, París 1894, con múltiples documentos y notas sobre nuestro autor; Antonio Rubió i Lluch, Documents per l’Historia de la cultura Catalana Mig-eval. Sobre su vida y escrítos véanse J. Quetif – J. Echard y T. Kaeppelli, citados en la bibliografía general; C. Fuentes, Escritores del Reino de Valencia, F. Ángeles Pitarch, Valencia 1930, págs. 236-242.

[15]  Cf.: M. Aguiló y Fuster, Catálogo de obras en lengua catalana, Madrid 1917, n. 238, págs. 154-158; n. 2833, pág. 687; J. Ribelles Comín, Bibliografía de la Lengua Valenciana, t. I, Madrid 1915, págs. 95-107; Jorge Rubió i Balaguer, en “Estudis Universitaris Catalans” 4 (1910) págs. 450-475, y en Bibliografia de la Lengua Valenciana, antes citada, t. I. , págs. 108-111; A. Rubió i Lluch, Documents per l’Historia de la Cultura Catalana Mig-Eval, 2 vols., Barcelona 1908 y 1909, vol. I, págs. 346, 371, 401s, 413s, 434; vol. II, págs. XXXVII, XLIV, LXX, 350; J. Ruiz Calonja, Historia de la Literatura Catalana, Barcelona 1955, págs. 182-186; Martín de Piquer, en “Biblioteca de els Nostres Clássics, en “Biblioteca dels Nostres Clássics, vol.49, Barcelona 1935; Id., L’Humanismo Català /1388-1494), Barcelona 1934; José Mª Coll, El maestro fray Antonio Canals discípulo y sucesor de San Vicente Ferrer, en “Analecta Sacra Tarraconensia” 27 (1954) págs. 9-21; José Vives, Exposición medieval del Pater Noster en la traducción catalana de Fray Antonio Canals, en “Analecta Sacra Tarraconensia” 28 (1955) 133-156; Id., Exposiciones del Ave María y Salve en la traducción catalana e Fray Antonio Canals, en “Analecta Sacra Tarraconensia” 29 (1956) 79-94; J. Roig Gironella, S. J., La Scala de Contemplació de Antonio Canals, ib. 45 (1972) págs. 33-85.

[16]  Cf.: San Vicente Ferrer, Biogtafía y Escritos… Dirección e Introducciones de los Padres Fray José  Mª Garganta, O. P., y Fray Vicente Forcada, O. P., Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Madrid 1956.

[17]  Sobre él escribió José Mª Coll, El Beato Dalmacio, O. P., y los hombres de su tiempo, en “Anales del Instituto de Estudios Gerundenses” 3 (1948) pág. 16.

[18]  Muchos estudiosos contemporáneos se han ocupado de esta obra, no encontrándose plenamente acordes en la atribución de su paternidad. En el siglo XX escribieron sobre ella: Pedro Blanco Soto, O. E. S. A., Petri Compostelani De consolatione rationis, Münster i. W. 1912, en que nos hace una buena introducción y la edición del texto manuscrito de la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial; Joaquín Climent Pérez, El primer escolástico que propugnó el privilegio inmaculatista fue un español, en “Ilustración del Clero” 32 (1939) 17-20; Gabriel Roschini, O. S. M., Il primo scolastico che propugnò il privilegio dell’Immaculata Concezione, en “Marianum” 4 (1942) págs, 130-131; Id., La Madre de Dios según la fe y la teología, vol. II, Madrid 1955, pág. 47; Lucas Modric, De Petro Compostellano, qui primus assertor Immaculatae Conceptionis dicitur, en “Antonianum” 29 (1954) págs. 563-572.

[19]  Un estudio muy valioso sobre este personaje y su obra es es la de L. Robles, Bernardo de Puigcercós, O. P., Economía y moral en la Edad Media, en “Ligarzas” (Valencia 1970), págs. 109-126.

[20]  Un buen estudio sobre esta fugura es el de J.  Mª Coll, Tres escritores dominicos gerundenses del siglo XIV en lengua vernácula, fr. Arnaldo Simó, fr. Antonio Ginebrada y fr. Juan Romeu, en “Anales del Instituto de Estudios Gerundenses” (1949), págs. 1-32. Véanse más notas bibliográficas en L. Robles, en el artículo  mencionado en la bibliografía general.

[21]  Se encuentra en M.  Menéndez  Pelayo, Historia de los Heterodoxos Españoles, vol. II, Madrid 1974, lib. III, cap. III, § VII, págs. 287-292.

[22]  Escribieron de él, entre otros: M. Menéndez Pelayo, Historia de los Heterodoxos Españoles, vol. II, Madrid 1974, lib. III, cap. IV, § III, págs. 303-305; J. Mª. Coll, ¿Ramón de Tárraga fue formalmente hereje?, Lérida 1949.


 

Responsables últimos de este proyecto

Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado

Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica

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