/ |
|
|
|
|
DIRECTORIO de la SECCIÓN |
LAS HABICHUELAS MÁGICAS |
Los audios a los que desde aquí se accede se han preparado expresamente para desarrollar los programas académicos que trabajamos y motivar a nuestros alumnos. En íntima relación con nuestros contenidos de «Animación a la lectura», sirven de base para algunos de nuestros vídeos y actividades interactivas. También están disponibles en nuestra estructura «Wiki» colaborativa, abierta a cualquier docente o alumno que quiera participar aportanto material, ideas o sugerencias. Será bienvenido. Para acceder a estos contenidos se debe utilizar el «DIRECTORIO de la SECCIÓN». Para otras áreas de conocimiento u opciones use el botón: «Navegar» |
Hans Christian Andersen
Periquín vivía con su madre que era viuda en una cabaña del bosque.
Como con el tiempo fue empeorando la situación familiar, la madre
determinó mandar a Periquín a la ciudad para que allí intentase
vender la única vaca que poseían. El niño se puso en camino llevando
atado con una cuerda al animal, y se encontró con un hombre que
llevaba un saquito de habichuelas.
-Son maravillosas -explicó aquel hombre-. Si te gustan, te las daré
a cambio de la vaca.
Así lo hizo Periquín, y volvió muy contento a su casa. Pero la
viuda, disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las
habichuelas y las arrojó a la calle. Después se puso a llorar.
Cuando se levantó Periquín al día siguiente, fue grande su sorpresa
al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche,
que las ramas se perdían de vista. Se puso Periquín a trepar por la
planta, y sube que sube, llegó a un país desconocido.
Entró en un castillo y vio a un malvado gigante que tenía una
gallina que ponía un huevo de oro cada vez que él se lo mandaba.
Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina,
escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y
descolgándose, tocó el suelo y entró en la cabaña.
La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de
oro, y con su producto vivieron tranquilos mucho tiempo, hasta que
la gallina se murió y Periquín tuvo que trepar por la planta otra
vez, dirigiéndose al castillo del gigante. Se escondió tras una
cortina y pudo observar cómo el dueño del castillo iba contando
monedas de oro que sacaba de un bolsón de cuero.
En cuanto se durmió el gigante, salió Periquín y, recogiendo el
talego de oro, echó a correr hacia la planta gigantesca y bajó a su
casa. Así la viuda y su hijo tuvieron dinero para ir viviendo mucho
tiempo.
Sin embargo, llegó un día en que el bolsón de cuero del dinero quedó
completamente vacío. Se cogió Periquín por tercera vez a las ramas
de la planta, y fue escalándolas hasta llegar a la cima. Entonces
vio al ogro guardar en un cajón una cajita que, cada vez que se
levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro.
Cuando el gigante salió de la estancia, cogió el niño la cajita
prodigiosa y se la guardó. Desde su escondite vio Periquín que el
gigante se tumbaba en un sofá, y un arpa tocaba sola, sin que mano
alguna pulsara sus cuerdas, una delicada música. El gigante,
mientras escuchaba aquella melodía, fue cayendo en el sueño poco a
poco.
Apenas le vio así Periquín, cogió el arpa y echó a correr. Pero el
arpa estaba encantada y, al ser tomada por Periquín, empezó a
gritar:
- ¡Despierte Señor amo, que me roban!
Se despertó sobresaltado el gigante y empezaron a llegar de nuevo
desde la calle los gritos acusadores:
-¡Señor amo, que me roban!
Viendo lo que ocurría, el gigante salió en persecución de Periquín.
Resonaban a espaldas del niño pasos del gigante, cuando, ya cogido a
las ramas empezaba a bajar. Se daba mucha prisa, pero, al mirar
hacia la altura, vio que también el gigante descendía hacia él. No
había tiempo que perder, y así que gritó Periquín a su madre, que
estaba en casa preparando la comida:
-¡Madre, tráigame el hacha en seguida, que me persigue el gigante!
Acudió la madre con el hacha, y Periquín, de un certero golpe, cortó
el tronco de la trágica habichuela. Al caer, el gigante se estrelló,
pagando así sus fechorías, y Periquín y su madre vivieron felices
con el producto de la cajita que, al abrirse, dejaba caer una moneda
de oro.
|
|
ADEMÁS |
Responsables últimos de este proyecto Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica |
Apunte estadístico Portal activo desde abril de 2004. Los auditores de seguimiento que contabilizan las visitas desde esa fecha acreditan una suma entre 4.000 y 10.000 visualizaciones diarias para el conjunto de secciones que lo integran. Las visitas en el servidor «https» son privadas y no quedan reflejadas en los contadores visibles |
|