Los
pueblos germánicos venían acosando las fronteras del Imperio
Romano desde el siglo I. El contacto con los romanos hizo que
estos pueblos comenzasen a comerciar y a civilizarse. En el
siglo II forman una confederación para luchar contra el Imperio.
Sin embargo, mientras el poder de Roma fue sólido, no supusieron
más que una molestia.
Pero a mediados
del siglo III la situación política en Roma es caótica. Los pueblos
germánicos, francos y alamanes, hacen incursiones que destruyen
campamentos y ciudades romanas, aunque no pasan de ser meras
expediciones de rapiña.
Muchos son los germanos que se establecen
como colonos en Roma o se alistan en su ejército. Esto romaniza sus
costumbres. Adoptan el latín como lengua propia, así como su
religión y su moneda.
Las grandes
invasiones comienzan en el 401. Ahora se asientan en los
territorios. Los visigodos de Alarico saquean Roma en el año 410,
pero su historia no termina ahí.

La población hispana en torno al
siglo V
La Península Ibérica recibe sucesivamente a suevos, alanos y
vándalos, primero, y visigodos, después. Con ello, el territorio de
influencia romana queda reducido a la zona llamada Tarraconense.


Oleadas sucesiva de invasores a lo
largo del siglo V d.C.
La llegada de
los visigodos, supuestamente como aliados de los romanos, cambia la
situación. Walia, jefe visigodo, pacta con Constancio: Roma se
encargará de avituallar al ejército visigodo. Ellos lucharán contra
suevos, vándalos y alanos.
En el siglo VI d.C., los visigodos rompen sus vínculos con Roma,
pierden sus territorios en Galia y se establecen como reino
independiente en la Península. Atanagildo, fija la capital del
reino en Toledo. Uno de los artífices de la unidad del territorio
es Leovigildo que logra adsorber a los suevos y resta territorio a
los Bizantinos. Su hijo, Recaredo, da otro paso hacia la unión
territorial comenzando con la unidad religiosa. Convoca el III
Concilio de Toledo en el que los visigodos abrazan el cristianismo.
Permite, además, el matrimonio entre visigodos y no visigodos.



Hacia la unificación de los
territorios peninsulares en un estado unificado. Año 624 d.C.
Los visigodos
continúan la tradición de Roma y cuidan mucho el derecho. Su obra
legal más importante es el Liber iudiciorum, más conocido
como Fuero Juzgo.


Principios jurídicos esenciales
contemplados en el Fuero Juzgo.
La monarquía
visigoda era electiva. Aunque los reyes intentaron incorporar el
absolutismo romano a su gobierno, nunca lograron alcanzar un poder
real fuerte y basado en el derecho de herencia. La inestabilidad
política consecuente es clave para entender el derrumbamiento del
reino visigodo en el 711 tras la invasión musulmana.
El
final del Reino Visigodo y el inicio de la Reconquista
El reino visigodo, al igual que otros pueblos germánicos, siempre
se caracterizó por su inestabilidad sucesoria nacida del carácter
electivo de la corona. La muerte de un monarca originaba
enfrentamientos entre las familias nobles que aspiraban a ocupar su
puesto e, incluso, entre los hijos del propio rey, siendo
frecuente la petición de ayuda a fuerzas externas. El reino visigodo
atraviesa, a comienzos del siglo VIII una situación de este tipo.
A la muerte del rey Vitiza en 710, los nobles que constituyen el
grupo por él favorecido intentan el reparto del reino entre los
hijos del fallecido. Pero esa división contradice las tradiciones
legales que regulan la transmisión del poder real por lo que la
asamblea electiva se niega a ello y decide elegir, de acuerdo a la
ley, un nuevo rey. La elección recaerá en la persona de Rodrigo,
duque de la Bética. Pero cuando el hecho se produce el trono ya está
ocupado por los vitizanos a los que es necesario desalojar por la
fuerza. Estalla, así, una nueva guerra civil en el reino.
Mientras esto ocurre, los árabes han conquistado el norte de África
y pretenden atravesar el Estrecho de Gibraltar. Les detiene en Ceuta
un personaje misterioso llamado Julián ligado a Vitiza por los
vínculos de la fidelidad. Cuando estalla en España la violencia,
Julián llega a un acuerdo de paz con el jefe musulmán Musa ibn
Nusayr. Los vitizanos solicitan a Julián que actúe como
intermediario ante los islamitas para conseguir su apoyo militar en
la lucha contra Rodrigo.
En el año 711 un ejército de bererberes al mando de Tariq,
desembarca en Gibraltar. Poco después la suerte visigoda se decide
en la batalla de Guadalete, a la que concurre el propio rey que
dirige el ejército cristiano. Aunque superiores en número, la
derrota visigoda es total, probablemente por la traición de los
partidarios de Vitiza. Rodrigo pudo morir o escapar malherido de la
contienda.

El desmoronamiento de las estructuras del reino visigodo es, a
partir de aquí, rápido e imparable. Los descendientes de Vitiza no
recuperan el trono, pero recibieron inmensas propiedades y los
musulmanes se expanden por toda la península. La toma de plazas y
territorios es continua. Los musulmanes proponen pactos a los
visigodos: les permiten conservar la religión, mantener las
autoridades existentes y conservar la propiedad de las tierras a
cambio de tributos e impuestos. Pero también se producen actos de
suma violencia que mueven a muchos partidarios de Rodrigo a
refugiarse en las tierras cantábricas
Casi toda la península se encuentra bajo dominio de Musa y Tariq en
el año 714, aunque en algunos lugares su autoridad era muy
débil. El reparto de los espacios entre árabes y bereberes fue
desigual. Los árabes, que se dedican principalmente a labores
mercantiles y ocupan los puestos de gobierno se asientan en la
costa levantina y los valles del Guadiana, Guadalquivir y el Ebro.
Los bereberes, dedicados al pastoreo, se asientan entre Andalucía
y el valle del Duero.

Aunque la conquista se consolida en los años siguientes, el control
de las áreas montañosas del norte no fue posible por la
resistencia de sus habitantes y el carácter del terreno. La
oposición cristiana obtiene su primera gran victoria alrededor del
722 en Covadonga. Se inicia así un largo periodo histórico
denominado Reconquista.
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