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HISTORIA: LA GRAN DEPRESIÓN

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CONTEXTO Y ANTECEDENTES

 

 

El fin de la primera gran guerra determina, a partir de 1918, una importante transformación político-social en el mundo civilizado. El mapa de Europa sufre serios reajustes territoriales que contribuirán, pasados unos años, al estallido de la Segunda Guerra Mundial.

 

 

La formación de pequeños estados entre Rusia y Alemania provoca en ambas naciones el deseo de atraerlas a su área de influencia en un intento por adquirir nuevos territorios. Muchas naciones sufren las llamadas crisis de postguerra que se extienden hasta 1925. No todas viven los "felices años veinte".

Los sistemas políticos liberal y comunista se ven obligados a convivir con los fascismos y comienzan las dificultades para los regímenes democráticos que, obligados por la guerra a subordinar aspectos esenciales del poder legislativo a la potestad del ejecutivo, concluyen, en determinados casos, sometiendo definitivamente, alcanzada la paz, la voluntad del parlamento a los dictámenes gubernamentales.

 

Cambia el orden internacional y las relaciones entre las diferentes naciones. Los crecientes nacionalismos chocan contra una fuerte corriente internacional que aspira a debilitar los intereses particulares en aras a la consecución de un bien común más justo para todos. El presidente americano Wilson propone la creación de una organización de carácter universal, la Sociedad de Naciones, que comienza con dificultades su andadura en 1920. El idealismo de la política de Wilson se concreta en la propuesta de crear una especie de Parlamento Internacional en que debatirían todas las cuestiones surgidas entre Estados que pudieran poner en peligro la paz mundial. La asamblea tomó el nombre de Sociedad de Naciones, pero el país fundador, Estados Unidos, nunca formó parte de la misma.

 

Y Europa deja de ser el centro de la historia.

 

Los excombatientes, a su vuelta a la vida civil, esperan el agradecimiento de la sociedad a la que han defendido y por la que han sufrido daños y calamidades. Las mujeres, que han demostrado su capacidad para desarrollar tareas tradicionalmente reservadas a los hombres ocupando sus puestos de trabajo cuando marcharon al frente manteniendo la producción durante la guerra, reclaman su derecho a participar plenamente en la vida laboral y pública. Se avanza, en suma, hacia una sociedad más igualitaria.

 

La reactivación económica, especialmente acusada a partir de 1924, basada en la necesidad de reconstruir los destrozos de la contienda y en el desarrollo de nuevos productos de consumo, también contribuye a mejorar el bienestar material de un gran número de personas, haciendo realidad algunas antiguas reivindicaciones como la jornada laboral de ocho horas o el seguro de desempleo.

 

 

La BONANZA Y EL PROGRESO

 

El periodo comprendido entre 1924 y 1929 es de enorme prosperidad con un gran volumen de comercio internacional, de construcción y de desarrollo de nuevas industrias. El automóvil se produce en serie y la generalización de su uso incrementa la demanda de petróleo, acero, caucho, componentes eléctricos…, origina nuevas profesiones, conductor de camión, mecánico, empleado de gasolinera…, y demanda el acondicionamiento y construcción de muchos kilómetros de carretera. La radio y el cine también movilizan masas y, con ellas, nuevas posibilidades de negocio y empleo. El avance científico unido a la capacidad imaginativa y creadora de la inteligencia humana parece haber colocado definitivamente a la civilización en la senda correcta hacia la prosperidad y la opulencia.

 

 

UN DIFÍCIL EQUILIBRIO ECONÓMICO

 

Pero este crecimiento presenta puntos débiles en su estructura. El sistema económico capitalista que lo posibilita se basa en la mutua confianza y el intercambio. Gracias a los préstamos se levantan industrias que transforman materias primas en manufacturas con el concurso de millares de obreros. La producción resultante podrá ser adquirida gracias a los ingresos procedentes de la venta de quienes proporcionaron la materia prima y de los salarios de la mano de obra que participó en su transformación. Si el trabajador percibe menos de lo que constituye una porción equilibrada sobre los dividendos empresariales o caen los precios de los productos básicos primeros debido a la ley de la oferta y la demandad o a la especulación, el equilibrio se rompe. No hay mercado que absorba los stock ni, en consecuencia, beneficios suficientes para responder a los créditos solicitados. La crisis está servida.

 

Por otra parte, la guerra, redujo sustancialmente la extensión dedicada al cultivo del trigo en Europa. El valor del cereal subió y muchos agricultores, especialmente de Estados Unidos y Canadá incrementaron su producción adquiriendo mediante hipotecas nuevas extensiones de terreno cultivable.

 

Finalizado el enfrentamiento, no solo se recupera la producción europea de grano, sino que la puesta en cultivo de muchos secanos gracias a los avances de la ciencia agronómica y la mecanización provocan una sobreproducción tal que en 1930 el precio del trigo es el más bajo de los últimos cuatrocientos años. Algo parecido ocurre con otros productos tradicionales: algodón, cacao, café… Los compromisos hipotecarios adquiridos no pueden cumplirse. Naturalmente se demandan otros productos agrícolas, pero el cambio productivo está supeditado a las condiciones climáticas, conocimiento del agricultor y nuevas inversiones de capital.

 

 

La bancarrota de 1929

 

El comienzo de la depresión se establece en octubre de 1929, aunque venía gestándose desde comienzos de ese mismo año, con la bancarrota de la Bolsa de Nueva York. En un mes los valores se deprecian en un 40%. En los tres años siguientes cierran cinco mil bancos americanos. El dinero estadounidense deja de fluir en Europa y tampoco adquiere productos extranjeros. La quiebra en 1931 de banco austriaco Creditanstalt inicia otro aluvión de calamidades. Empresas y particulares no pueden cobrar lo que se les adeuda ni disponer del efectivo su efectivo custodiado por los bancos. Nadie puede comprar, nadie puede vender. Las fábricas cierran. La producción mundial disminuye en un 38% y el comercio internacional en un 66%. El desempleo se dispara. Muchas familias viven gracias a raciones de caridad y al socorro gubernamental. Se ve afectada la convertibilidad del dinero. Se prescinde del patrón oro. Muchas monedas son devaluadas. Se ponen trabas a las importaciones competitivas y elevadas tasas aduaneras. La internacionalización precedente evoluciona hacia feroces sistemas nacionalistas. La desesperación imperante favorece el advenimiento de nuevas y perturbadoras ideas políticas.

 


ADEMÁS

 

Responsables últimos de este proyecto

Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado

Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica

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