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DIRECTORIO de la SECCIÓN |
LA ÓPERA DE LOS TRES CENTAVOS |
Los documentos a los que aquí se accede han sido realizados expresamente para desarrollar los programas académicos que trabajamos con nuestros alumnos. Esta serie se completa en muchos casos con propuestas de actividades interactivas, audios o vídeos que concretan y validan el grado de comprensión alcanzado o, simplemente, actuan como elemento motivador. También está disponible una estructura tipo «Wiki» colaborativa, abierta a cualquier docente o alumno que quiera participar en ella. Para acceder a estos contenidos se debe utilizar el «DIRECTORIO de la SECCIÓN». Para otras áreas de conocimiento u opciones use el botón: «Navegar» |
Autor: Bertol Brecht |
(Para contrarrestar el creciente endurecimiento del corazón de los hombres, el comerciante J. Peachum ha abierto una tienda en la que los más miserables entre los miserables podían lograr un aspecto que conmoviera los corazones más empedernidos).
–1– Hay que encontrar algo nuevo.
–2– El negocio es demasiado difícil, porque consiste en suscitar la compasión
humana.
–3– Hay algunas cosas, pocas, que estremecen a los hombres;
–4– Algunas, pero lo malo es que, si se utilizan unas cuantas veces, no surten
ya efecto.
–5– Porque el hombre tiene la tremenda capacidad de volverse insensible, por
decirlo así, a voluntad.
–6– Así ocurre por ejemplo que un hombre que ve a otro hombre exhibiendo un
muñón en una esquina está dispuesto a darle la primera vez, por horror, diez
peniques…
–7– …la segunda vez sólo cinco…
–8– …y, si lo ve por tercera vez, lo denuncia fríamente a la policía.
–9– Y lo mismo pasa con los auxilios espirituales. Un gran cartel que dice: «Más
vale dar que recibir» desciende desde lo alto.
–10– ¿De qué sirven las máximas más hermosas y convincentes, pintadas en los
carteles más atractivos, si enseguida se gastan?
–11– En la Biblia hay cuatro o cinco máximas capaces de conmover el corazón…
–12– …pero cuando se han gastado se encuentra uno sin nada que llevarse a la
boca.
–7– Por ejemplo, ese «Dad y se os dará», en apenas tres semanas que lleva aquí
colgado se ha deteriorado de mala forma.
–TODOS– Hay que ofrecer siempre algo nuevo. Habrá que recurrir otra vez a la
Biblia pero, ¿cuánto durará aún?
(Llaman a la puerta, abre Peachum y entra un muchacho llamado Filch.)
(Peachum, señala la cortina de una vitrina, en la que dice):
(Cantan la balada de Mackie Cuchillo mientras cambia escenografía y
vestuario)
(Feria anual de Soho)
(Los mendigos mendigan, los ladrones roban, las putas hacen de putas. Un
cantor callejero canta una balada popular)
Los escualos tienen dientes
que cualquiera puede ver
y Macheath tiene un cuchillo
pero a él no se le ve.
Las aletas del escualo
son muy rojas al matar.
Mack Cuchillo lleva guantes
y no hay nada que observar.
En el verde y frío Támesis
caen los muertos por doquier.
No es la peste ni es el cólera
es que Mackie lo hace bien.
Un domingo azul y hermoso
hay un muerto junto al mar.
Alguien dobla allá una esquina:
Mack Cuchillo que se va.
Schmul Meier ya no existe
y lo mismo muchos más.
Mackie tiene su dinero
pero ¿quién le acusará?
Jenny Towler está muerta:
cuchillada al corazón.
Por el muelle va el Cuchillo
con su aire inocentón.
Alfons Glite el cochero
de repente se esfumó.
¿Pero dónde se ha metido?
Mack no sabe nada, no.
Y ese enorme incendio en Soho
siete niños y un senil…
Entre el público el Cuchillo
que pasaba por allí.
Y la viuda jovencita
cuyo nombre se sabrá
fue violada al despertarse.
Mack Cuchillo, ¿dónde estás?
(De izquierda a derecha, Peachum, con su mujer y su hija atraviesan la escena dando un paseo).
–PEACHUM– ¿Dónde está tu hija?
–SEÑORA PEACHUM– ¿Polly? Arriba, Agneta aquí.
–PEACHUM– ¿Volvió ayer ese hombre?
–AGNETA PEACHUM–. El que siempre viene cuando tú no estás, tú?
–SEÑORA PEACHUM– NO seas tan desconfiado, Jonathan, no hay caballero más
distinguido.
–AGNETA PEACHUM– Y ese señor capitán se interesa mucho por nuestra Polly.
–PEACHUM– Ah.
–SEÑORA PEACHUM–. Y si tengo dos dedos de frente, también a Polly le hace tilín.
–PEACHUM– Celia, ¡estás despilfarrando a tu hija como si yo fuera millonario!
¿Es que quieres casarla? ¿Crees que esta porquería de tienda aguantaría una
semana si esa gentuza de clientes no viera otras piernas que las nuestras? ¡Un
novio! ¡Enseguida nos tendría en sus garras! ¡Así nos tendría! ¿Crees que tu
hija será capaz de tener la boca cerrada en la cama mejor que tú?
–AGNETA PEACHUM– Yo también quiero casarme
–SEÑORA PEACHUM– ¡Vaya un concepto que tienes de tu hija! Y tú cállate Agneta.
–PEACHUM–. Pésimo. El más pésimo de todos. ¡No es más que un montón de
sensualidad!
–SEÑORA PEACHUM–. NO lo habrá heredado de ti.
–PEACHUM– ¡Casarse! Mi hija debe ser para mí lo que es el pan para el hambriento
(hojeando la Biblia); hasta la Biblia lo dice en algún lado. Casarse es, en
general, una porquería.
–AGNETA PEACHUM– Pues yo quiero casarme también.
–PEACHUM– Yo le quitaré de la cabeza el matrimonio. Y tú cállate Agneta.
–SEÑORA PEACHUM– Jonathan, eres sencillamente un ignorante.
–PEACHUM– ¡Ignorante!
–AGNETA PEACHUM– ¿Y cómo se llama ese señor?
–SEÑORA PEACHUM– LO llaman el «Capitán».
–AGNETA PEACHUM– Yo quiero casarme con un capitán.
–PEACHUM– Ah, ¿de manera que no le habéis preguntado ni el nombre? ¡Muy bien!
–SEÑORA PEACHUM– NO íbamos a ser tan groseras como para pedirle la partida de
bautismo.
–AGNETA PEACHUM– Cuando ha sido tan amable y nos ha invitado a las tres al Hotel
del Calamar, a un bailecito.
–PEACHUM– ¿A dónde?
–SEÑORA PEACHUM–. Al Hotel del Calamar, a un bailecito.
–PEACHUM– ¿Capitán? ¿Hotel del Calamar? Vaya, vaya, vaya…
–SEÑORA PEACHUM– Ese caballero nos ha tratado siempre, a mi hija y a mí, con
guantes de cabritilla.
–AGNETA PEACHUM– A mí también, yo creo que también le gusto. (La ignoran)
–PEACHUM– ¡Guantes de cabritilla!
–SEÑORA PEACHUM– Además, la verdad es que siempre lleva guantes, y blancos:
guantes blancos de cabritilla.
–PEACHUM– Vaya, guantes blancos
–AGNETA PEACHUM– Y un bastón de puño de marfil y botines y zapatos de charol y
aires de dominador
–PEACHUM– …y una cicatriz…
–SEÑORA PEACHUM– En el cuello. Pero ¿de qué lo conoces? (Filch sale de detrás
del biombo).
–FILCH– Señor Peachum, ¿no podría darme también algún consejo? Siempre he sido
partidario del método y no de hablar al buen tuntún.
–SEÑORA PEACHUM– ¡Quiere un método!
–PEACHUM– Que haga de idiota. Vuelve esta tarde a las seis y te enseñaremos todo
lo necesario. ¡Lárgate!
–FILCH– Muchas gracias, señor Peachum, mil gracias. (Sale).
–PEACHUM– ¡Cincuenta por ciento!…
–AGNETA PEACHUM– Guantes blancos, y un bastón de puño de marfil y botines y
zapatos de charol y aires de dominador.
–PEACHUM– Y ahora te voy a decir quién es ese señor de los guantes: ¡Mackie
Cuchillo! (Sube corriendo por la escalera del dormitorio de Polly).
–SEÑORA PEACHUM– ¡Por el amor del cielo! ¡Mackie Cuchillo! ¡Jesús! ¡Jesús, no
nos abandones!… ¡Polly! ¿Dónde está Polly? (Buscan a Polly menos Agneta que se
queda en su mundo).
–AGNETA PEACHUM–. Guantes blancos, y un bastón de puño de marfil y botines y
zapatos de charol y aires de dominador. (Habla como si tuviera a Mackie a su
lado). Hola Mackie, soy Agneta ¿te gusto? Yo me atrevo a todo, soy mucho más
atrevida que Polly, ella en realidad no esta hecha para tu mundo. (Hace como si
tuviera una pistola). Yo podría atracar un banco, joyerías, lo que quieras…, yo
soy una delincuente.
(Peachum desciende lentamente).
(El señor y la señora Peachum se sitúan delante del telón y cantan. Iluminación de canción: se ilumina el órgano. Sujetas a una barra, descienden de lo alto tres lámparas, y un cartel dice):
Canción del «En vez de»
PEACHUM
En vez de
quedarse en su casa dentro de su cama
¡Quieren… no sé!
Porque dicen que quien nunca llora nunca mama.
SEÑORA PEACHUM
Eso es la luna del Soho.
Eso es el maldito «Ay-me-late-el-corazón».
Eso es el «Donde vayas tú, ¡también iré yo,
Johnny!». Cuando el amor crece y la luna no.
PEACHUM
En vez de
hacer algo que tenga sentido, sí ¡Hacen… no sé!
Y revientan luego claro está por ahí.
LOS DOS
¿Dónde está su luna del Soho?
Dónde está su maldito «Ay-me-late-el-corazón».
Dónde está el «Donde vayas tú, ¡también iré yo,
Johnny!».
Cuando el amor cesa y la mierda quedó.
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Responsables últimos de este proyecto Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica |
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