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Animacion a la lectura

DIRECTORIO

de la

SECCIÓN

LA DESESPERACIÓN

Los documentos a los que aquí se accede han sido realizados expresamente para desarrollar los programas académicos que trabajamos con nuestros alumnos. Esta serie se completa en muchos casos con propuestas de actividades interactivas, audios o vídeos que concretan y validan el grado de comprensión alcanzado o, simplemente, actuan como elemento motivador. También está disponible una estructura tipo «Wiki» colaborativa, abierta a cualquier docente o alumno que quiera participar en ella. Para acceder a estos contenidos se debe utilizar el «DIRECTORIO de la SECCIÓN». Para otras áreas de conocimiento u opciones use el botón: «Navegar».

Autor: José de Espronceda
 

Me gusta ver el cielo

con negros nubarrones

y oír los aquilones

horrísonos bramar,

me gusta ver la noche

sin luna y sin estrellas,

y sólo las centellas la tierra iluminar.

Me agrada un cementerio

de muertos bien relleno,

manando sangre y cieno

que impida respirar,

y allí un sepulturero

de tétrica mirada

con mano despiadada

los cráneos machacar.

Me alegra ver la bomba

caer mansa del cielo,

e inmóvil en el suelo,

sin mecha al parecer,

y luego embravecida

que estalla y que se agita

y rayos mil vomita

y muertos por doquier.

Que el trueno me despierte

con su ronco estampido,

y al mundo adormecido

le haga estremecer,

que rayos cada instante

caigan sobre él sin cuento,

que se hunda le firmamento

me agrada mucho ver.

La llama de un incendio

que corra devorando

y muertos apilados

quisiera yo encender;

tostarse allí un anciano,

volverse todo tea,

y oír como chirrea

¡qué gusto!, ¡qué placer!

Me gusta una campiña

de nieve tapizada,

de flores despojada

sin fruto, sin verdor,

ni pájaros que canten,

ni sol haya que alumbre

y sólo se vislumbre

la muerte en derredor.

Allá, en sombrío monte,

solar desmantelado,

me place en sumo grado

la luna a reflejar,

moverse las veletas

con áspero chirrido

igual al alarido

que anuncia el expirar.

Me gusta que el Averno

lleven a los mortales

y allí todos los males

les hagan padecer,

les abra las entrañas,

les rasgue los tendones,

rompan los corazones

sin de ayes caso hacer.

Insólita avenida

que inunde fértil vega,

de cumbre en cumbre llega,

y arrasa por doquier;

se lleva los ganados

las vides sin pausa,

y estragos mil causa,

¡qué gusto!, ¡qué placer!

Las voces y las risas,

el juego, las botellas,

en tono de las bellas

alegres apurar,

y en sus lascivas bocas,

con voluptuoso halago,

un beso a cada trago

alegres estampar.

Romper después las copas,

los platos, las barajas,

y abiertas las navajas,

buscando el corazón;

oír luego los brindis

mezclados con quejidos

que lanzan los heridos

en llanto y confusión.

Me alegra oír al uno

pedir a voces vino,

mientras que su vecino

se cae en un rincón;

y que otros ya borrachos,

en trino desusado,

cantan al dios vendado

impúdica canción.

Me agradan las queridas

tendidas en los lechos,

sin chales en los pechos

y flojo el cinturón,

mostrando sus encantos,

sin orden el cabello,

al aire el muslo bello…

¡Qué gozo!, ¡qué ilusión!

 


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Responsables últimos de este proyecto

Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado

Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica

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