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DIRECTORIO de la SECCIÓN |
SI LOS TIBURONES FUERAN HOMBRES |
Los documentos a los que aquí se accede han sido realizados seleccionados expresamente para desarrollar los programas académicos que trabajamos con nuestros alumnos. Esta serie se completa en algunos casos con propuestas de actividades interactivas, audios o vídeos que concretan y validan el grado de comprensión alcanzado o, simplemente, actuan como elemento motivador. También está disponible una estructura tipo «Wiki» colaborativa, abierta a cualquier docente o alumno que quiera participar en ella. Para acceder a estos contenidos se debe utilizar el «DIRECTORIO de la SECCIÓN». Para otras áreas de conocimiento u opciones use el botón: «Navegar» |
Autor: Bertolt Brecht |
Si los tiburones
fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los peces
pequeños, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como
materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca
y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se
lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que no se les muriera
prematuramente. Para que los pececitos no se pusieran tristes, de vez en cuando
organizarían grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor
sabor que los tristes.
***
Si los tiburones
fueran hombres, habría escuelas en el interior de las enormes cajas construidas
para los pececitos. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en
las fauces de los tiburones. Necesitarían tener nociones de geografía para mejor
localizar a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando. Lo principal
sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que
no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con
alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles
cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se
les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba solo estaría asegurado
si aprendían a obedecer. Los pececitos deberían guardarse bien de las bajas
pasiones, materialistas, egoístas o marxistas. Si algún pececito mostrase
semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los
tiburones.
***
Si los tiburones
fueran hombres, se harían la guerra entre sí para conquistar cajas y pececitos
extranjeros. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececitos a combatir
en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececitos que entre ellos y los
pececitos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Proclamarían que, si
bien todos los pececillos son mudos –como todo el mundo sabe–, lo cierto es que
callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada
pececito que, en la guerra, matara a unos cuantos pececitos enemigos –de esos
que callan en otro idioma–, se le concedería una medalla de algas marinas y se
le otorgaría además el título de héroe.
***
Si los tiburones
fueran hombres, tendrían su arte. Habría hermosos cuadros en los que se
representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus
fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. Los teatros
del fondo del mar mostrarían a heroicos pececitos entrando entusiasmados en las
fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones precedidos
por la orquesta, los pececitos se precipitarían en tropel dentro de esas fauces,
arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño.
***
Si los tiburones
fueran hombres, habría una religión. Esa religión enseñaría que la verdadera
vida comienza para los pececitos en el estómago de los tiburones.
***
Si los tiburones
fueran hombres, los pececitos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora.
Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás.
A aquellos pececitos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso
tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues
les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los
que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los más
pequeños, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la
construcción de cajas, etc.
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Responsables últimos de este proyecto Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica |
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