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EL REALISMO Y EL NATURALISMO

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Aspectos generales

A mediados del siglo XIX los adelantos científicos generan en Europa una época de cambios y conflictos en los individuos y la sociedad. Con el capitalismo y la Revolución Industrial la burguesía toma un auge extraordinario y alcanza, por fin, el poder económico y social.

En este momento el arte es hecho por y para ella. Se inicia también la serie de exposiciones universales con la celebrada en Londres en 1851.  Las pésimas condiciones de vida de la clase obrera extienden entre las masas nuevas ideologías políticas y sindicales, especialmente el Socialismo o el Marxismo. Sus simpatizantes y afiliados se reúnen en cafés, casinos, trastiendas o casas particulares.

En España incide, además, un importante deterioro social, político y económico que determina la revolución Gloriosa, en 1868, que lleva al exilio francés a Isabel II. La Revolución Gloriosa  inicia el Sexenio  Revolucionario, a lo largo del cual se suceden los gobiernos de forma vertiginosa. El poder pasa de manera alternativa de Conservadores a Liberales. Llegarán, después, la República, en 1873, el reinado de Alfonso XII y la regencia, sobrevenida su muerte, de María Cristina, su esposa, hasta que, en 1902, Alfonso XIII adquiere oficialmente la mayoría de edad. Es la época en se desvanece definitivamente el imperio colonial español.

De manera consecuente con estos cambios, el movimiento romántico es sustituido,  hasta  finalizada la centuria, por novedosas tendencias filosóficas, culturales y artísticas que implementan un nuevo concepto de vida y humanidad, de valores y de objetivos.

Es el Realismo que se levanta sobre el pensamiento positivista que solo acepta como verdadero el resultado de la observación  y experimentación. Coincide con el auge de las revolucionarias teorías científicas sobre la herencia biológica y la evolución de las especies.

La intención estética del romanticismo cede ante un punto de vista moralizante y crítico. Tiene su origen en la Francia de la primera mitad del XIX. Se consideran primeras figuras del movimiento a Balzac, Stendhal y Flaubert.

El Realismo pretende, sobre todo,  reflejar la realidad exterior tal  como es, por eso es el narrativo el género literario estrella de este periodo donde folletines y novelas por entrega gozan del fervor popular. Los escritores se centran en la realidad más próxima y conocida, esto es: en la política, el trabajo o la problemática social, que intentan relatar de manera objetiva y fiel, con estilo natural y lenguaje coloquial.

La observación directa, enriquecida con una documentación rigurosa, culmina en descripciones precisas de ambientes, costumbres y caracteres en las que el autor se transmuta en  notario que da fe de lo contado. La imparcialidad se subraya con  un narrador en tercera persona  omnisciente, pero  son frecuentes los comentarios del autor que intentan condicionar la opinión del lector. Este propósito de transformar la realidad  explica la existencia de dos ideologías encontradas dentro del movimiento: la conservadora que sueña con el retorno a un mundo preindustrial y rural, y la liberal proclive a la sociedad contemporánea, aunque la desea más justa, igualitaria y libre.

En España se encuentran precedentes en La Celestina, El Lazarillo de Tormes, el Quijote, las Cartas Marruecas, el costumbrismo de la primera mitad del siglo, los Artículos de Larra o la novela histórica de romanticismo. Los escritores más destacados del realismo español son: Juan Valera, Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia Bölh de Faber, cuya obra La Gaviota marca la frontera con el romanticismo, Pedro Antonio de Alarcón, Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas, Clarín.

La obra de otro francés, Émile Zola, que lleva hasta las últimas consecuencias los postulados del realismo, propicia el desarrollo de una variante conocida como Naturalismo que se apoya sobre dos pilares filosóficos:  el materialismo, negador de la existencia de un Ser Superior, y el determinismo, que explica los problemas sociales mediante leyes físicas y factores de herencia biológica.

El ambiente naturalistas es miserable y sus personajes seres alcoholizados marcados por la sociedad o el entorno familiar. El escritor ahora es juez que dictamina sobre las causas de los problemas de la sociedad donde el hombre es pura materia, sin libertad, con la existencia predeterminada por las leyes de Mendel y las circunstancias sociales. Su lenguaje suele ser natural y vulgar, incluso soez.

El naturalismo no alcanza en España altas cotas de popularidad, tal vez por el peso del catolicismo que resulta incompatible con el determinismo naturalista. Las aportaciones naturalistas de nuestra literatura se deben a Emilia Pardo Bazán, Blasco Ibáñez y a Clarín.

 


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Responsables últimos de este proyecto

Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado

Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica

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