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LA PROSA MEDIEVAL

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Introducción

 

No es posible hablar en sentido estricto de prosa literaria en castellano hasta el siglo XIII. El romance, apropiado para la comunicación oral y el verso, no es útil para la composición de obras científicas, filosóficas y literarias que se escribirán en latín o en árabe. Es Alfonso X quien decide convertir dar al castellano la condición de lengua oficial de la corte y ordena traducir textos latinos y árabes esta lengua. La prosa de ficción no aparecerá hasta el siglo XIV con don Juan Manuel.

 

Tipos de prosa

Sermones

Utilizados por la Iglesia con intención evangelizadora. La inclusión, a partir de finales del siglo XII de cuentos breves aleccionadores  y  refranes, los convierte en antecedente de la literatura cuentística y de exempla.

Prosa sentenciosa

Didáctica. Propone guías de comportamiento para el creyente. Se construye a partir de máximas, pensamientos y citas de autoridades de la Antigüedad. Se agrupan  en summas.

Proverbios y refranes

Oraciones breves que aportan una experiencia y un consejo. Son  referencia de muchos autores del siglo XIV.

Prosa histórica y legislativa

No tiene intención literaria  pero su calidad irradia la norma del idioma.

Ficción

Exempla

Primer género de ficción medieval. Relato breve de carácter moral que se cita como apoyo de una doctrina. Se introducen en el siglo XII por vía árabe, aunque  tienen su origen en  Cicerón y Quintiliano, y decaen a finales del XV.

Fábula

Relato no realista con animales personificados como protagonistas .

Cuento

Relatos de extensión media con un narrador que sirve de referente moral, religioso y filosófico, lo que reduce los diálogos a la mínima expresión.

Tabla basada en la clasificación de López Estrada

 

Desde el siglo XIII se traducen colecciones de cuentos de procedencia oriental con el propósito de ilustrar actitudes convenientes, comportamientos o reglas. Por eso reciben el nombre de «ejemplos» o, en castellano medieval, «exemplos». En ellos es maestro Don Juan Manuel, primer escritor que muestra una clara conciencia de autor y se preocupa porque sus obras sean correctamente transmitidas. Tal vez su producción más destacada sea El conde Lucanor  que contiene cincuenta y un ejemplos con los que un conde, Lucanor, expone a su tutor, Petronio, diversas dudas a las que éste responde  contándole un ejemplo con enseñanza. Se estructuran siempre a partir de un diálogo en el que Lucanor expone su problema, al que siguen el ejemplo con que responde Petronio y una intervención final don Juan Manuel que incluye una moraleja.

 

Alfonso X «El Sabio»

 

La irrupción de la prosa en lengua castellana dentro del ámbito de la literatura se produce con posterioridad a su uso en el verso. Los textos  más tempranos conocidos se fechan a finales del siglo XII y en los primeros años del siglo XIII. Para la consolidación del género, habrá de llegar el  reinado de Alfonso X “El Sabio”, entre 1252 y 1284.

Las primeras manifestaciones escritas en la nueva lengua vulgar se documentan en el siglo X. Son las Glosas Emilianenses y las Glosas Silenses que no pasan de ser  meras anotaciones realizadas al margen de textos en latín para aclarar o resumir su contenido con la intención de facilitar su comprensión al lector o estudiante. No obstante, parece ser que su uso está generalizado en Castilla por esa fecha, pero carece de reglas fijas y es, por tanto, sumamente irregular.

El acontecimiento que cambiará radicalmente esta situación hay que buscarlo en año 1212, fecha en que la coalición cristiana alcanza la victoria de las Navas de Tolosa frente al poderoso ejército almohade. La derrota musulmana invierte el signo de la reconquista y marca el principio de la hegemonía castellana que llega a su cénit con Fernando III, “El Santo”, quien fusiona en su persona las coronas de Castilla y León, y domina amplios territorios de Andalucía y Murcia.  La supremacía castellana obliga a virar hacia el Mediterráneo las aspiraciones expansionistas del Reino de Aragón y encierra definitivamente al de Navarra.

A la supremacía política de Castilla se suman otras circunstancias que ayudan a la consolidación de la lengua castellana.

Hacia el siglo XII es la Iglesia católica quien se interesa por el mundo cultural en Europa. Sólo nobles y clérigos tienen acceso a la educación y a los textos. La enseñanza se circunscribe de manera casi exclusiva a claustros y catedrales. Para universalizar la cultura, grupos de profesores de París y de Bolonia se agrupan en escuelas libres. Pero carecen de reglas y de estabilidad, por lo que  solicitan reconocimiento eclesiástico. Nace así el Studium Generale en París, y las universidades de Oxford y Bolonia. Ahora se hace necesaria una autorización pontificia o feudal para acceder al  privilegio de instituir nuevas comunidades y facultades.

En 1214, Alfonso VIII crea la primera universidad española, el Centro de Estudios Generales de Palencia, y al año siguiente Alfonso IX, de León, crea la Universidad de Salamanca. Tiene por objeto evitar que súbditos leoneses estrechen lazos con Castilla. Es Fernando III quien fusiona ambas instituciones en 1239. Solo permanece Salamanca. Su objetivo es castellanizar el reino leonés.

Por otra parte, los ciudadanos comunes asentados en las ciudades recientemente conquistadas a los musulmanes han perdido el contacto con la lengua latina. Por eso cuando Fernando III quiere dotar de leyes a la recién conquistada Córdoba, ordena su redacción en  lengua vulgar. El Fuero Juzgo (1241), es la primera muestra de prosa legal en castellano, aunque será bajo la protección de Alfonso X el Sabio cuando se establece como lengua oficial del reino y, con ello, la obligación de utilizarla en todos los documentos oficiales. En esta decisión hay que buscar las autenticas bases para el desarrollo de la prosa en los universos literario y científico.

 

Alfonso x y la Escuela de Traductores de Toledo

 

El principal acierto del rey “Sabio” es conservar, por encima de cualquier prejuicio relativo a raza o religión, la Escuela de Traductores de Toledo que amplía con centros de investigación en Murcia y Sevilla. Su propósito es doble: convertir el castellano en lengua de cultura, con la misma dignidad del latín, y reunir todo el saber de su época. Alfonso X reunió y organizó equipos de sabios especialistas de distintas áreas de conocimiento y pertenecientes a las tres culturas que entonces convivían en España: cristianos, árabes y judíos. La labor realizada por la institución resultó determinante para la fijación del castellano.

Las escuelas de traductores surgen en el siglo X centrando su actuación en pasar al latín estudios sobre  la Biblia y otras  obras procedentes  del mundo oriental que llegan a España a través de los árabes. Esto hace que la España de la Edad Media se eriga en modelo  a imitar por la sociedad ilustrada de la Europa de entonces.  Toledo, entre otras, era escuelas es, dice Mariano Brasa,  "la ciudad que había abierto las puertas a todos y a la que iban llegando los estudiosos del Occidente cristiano en busca del saber desconocido". Simultáneamente, más al sur, en la Córdoba califal florecen también en alto grado todas las artes, la literatura y la filosofía. En el renacimiento filosófico, artístico y científico europeo durante los siglos XII y XIII, ambas ciudades influyen de manera determinante. Son pocos los países del orbe occidental que pueden competir con España en la difusión del conocimiento por medio de la traducción.

Este desarrollo viene justificado el antagonismo entre dos mundos culturales, el latino-cristiano y el arábigo-musulmán que, pese a todo, mantienen la permeabilidad de las fronteras que separan ambos mundos y que acepta la estrecha colaboración entre seguidores de las dos confesiones. Incluso las más beligerantes Órdenes Militares, como las de  Calatrava,  Santiago, Alcántara o Montesa, disponían en sus organizaciones de traductores musulmanes, generalmente presos o esclavos, y judíos.

Hasta el siglo XII el referente de esta actividad es el monasterio de Ripoll desplazado  en su importancia por la Escuela toledana que reúne a un importante colectivo de científicos cristianos, árabes y judíos.  Las obras traducidas lo son, generalmente, del árabe, lengua a la que ya se había vertido una buena parte del saber griego y oriental durante el califato de Córdoba. La Escuela de Traductores de Toledo da conocer obras muy relevantes de Aristóteles, Tolomeo, Galeno, Arquímedes, Averroes, Avicena, Alfarabí… En cualquier caso, no existirán traducciones al castellano hasta el siglo XIII. Muchas de las realizaciones de la Escuela lo son a propuesta directa del rey, cuyos intereses trascienden de los límites temáticos impuestos, hasta ahora, desde la perspectiva cultural cristiana.

La Escuela de Traductores de Toledo nace alrededor de la persona de Don Raimundo, arzobispo de esta ciudad y gran canciller de Castilla desde 1130 a 1150, quien convoca en torno suyo a un colegio de traductores a la cabeza del cual se halla el arcediano Domingo Gundisalvo. Varios judíos, entre los que se encuentra Juan Avendeath, trabajaban también bajo sus órdenes.

El método de trabajo seguido huye de los personalismos y deja en manos de un equipo de expertos la búsqueda, recopilación, traducción y redacción final de la obra. Es la razón por la que solo se menciona al traductor cuando el texto traducido pertenece a una autoridad científica. En este caso  se hace constar la identidad de jefe del equipo junto al autor del original.

Cualquier tarea  reclama la intervención de diferentes colaboradores conocedores de distintas lenguas.  La traducción primera la realiza el experto en forma oral mientras otros sabios las trascriben al latín o, directamente, al castellano.

 

La historia

 

Los primeros textos originales en prosa romance tienen una orientación culta y se relacionan con la ciencia, la historia y la didáctica. La historia es una obsesión de la época. El español medieval está orgulloso de sus realizaciones presentes y pasadas. Todos los reinos, todas las comarcas, todas las villas tienen su crónica. Con anterioridad a la crónica en lengua romance, se escribieron en latín. Las primeras crónicas latinas de las que se tiene conocimiento aparecieron en el reino astur-leonés.

Dos son los grandes proyectos historiográficos realizados bajo la protección de Alfonso X, la Crónica General y la Grande e General Estoria.

La redacción de la Primera Crónica General o Estoria de España comienza hacia 1270. Es la primera gran historia de España en lengua vulgar. Recorre todo el pasado ibérico hasta el reinado de Alfonso VIII de Castilla. Conserva en prosa muchos cantares de gesta, que, de no ser por ella, se hubieran perdido. Consta de mil ciento treinta y cinco capítulos documentados a partir de fuentes históricas y literarias, especialmente importante es la aportación de los cantares de gesta. No  limita su narración a subrayar hechos y hazañas de reyes y nobles, sino que presta igual atención a reseñar detalles de la vida cotidiana del pueblo.

La Grande e General Estoria se inicia dos años después y pretende recoger la historia del mundo hasta la época contemporánea, pero la muerte del rey detiene la obra en el  siglo I a.C.

La modernidad de ambos proyectos queda de manifiesto en sus planos formal, superando la redacción cronística de ordenación de datos por fechas, y conceptual, al entender  los hechos narrados como obra directa de la actuación de los hombres al margen de cualquier intervención divina. Es de resaltar, además, la concepción de España como patria, al margen de  las ideas de dinastía, reino o religión, constituida como un todo unitario que  tiene en Castilla la legítima sucesora del antiguo reino visigodo.

 

El derecho

 

La obra jurídica que promueve Alfonso X  y que supone la renovación del panorama legislativo de los fueros peninsulares está constituida por el Fuero real, Especulo  y las El Código de las Siete Partidas. En ellas  paso a un «derecho territorial basado en lo mejor del derecho tradicional y, sobre todo, en el derecho común romano-canónico que por entonces estaba imponiéndose en Italia, Francia y en otras partes de Europa». Justifican y potencian el monopolio legislativo regio donde sólo el rey, y los alcaldes por él designados, tienen la potestad de administrar justicia, la existencia de una unidad jurídica aplicable a todos los territorios del reino. El Fuero real, redactado en 1254, responde a este último principio. En su prólogo manifiesta:

"Se otorga para que todos los pueblos sepan vivir en paz y con arreglo a unas leyes. Leyes que castiguen a quien hiciera daño y que los buenos vivan seguros."

La obra experimenta un fuerte rechazo por parte de la nobleza castellana que entiende que disminuye de forma notable sus privilegios y los cabidos municipales que ven mermadas sus competencias.

Espéculo, el Espejo de todos los Derechos, no llegó a tener vigencia a no ser publicado oficialmente. Se conoce gracias a un manuscrito incompleto. Contiene muchas coincidencias, incluso textuales con el contenido de las Partidas. Su intención es recopilar los aspectos válidos  de fueros anteriores. Consta de cinco libros tratan sobre:

1.     De la ley y el legislador y de materias religiosas

2.     De la Constitución política del Reino

3.     De la Constitución de Derecho Militar

4.     De la organización de la Justicia

5.     Del procedimiento

El Código de las Siete Partidas, nombre que alude a las siete partes en que se estructura la obra, fue redactado entre 1254-56 y 1265 y   reglamenta hasta los más nimios detalles de la sociedad de la época. Tiene, además de un innegable valor jurídico que atribuye la dignidad de monumento al derecho castellano, gran trascendencia lingüística al aclarar el significado de numerosos términos nuevos, arabismos y cultismos. Su propósito es dotar al reino de un código territorial de carácter general. Su título original fue Libro de las Leyes o Fuero de las Leyes. La temática de las partidas es la que sigue:

 

Part.

Tema - Fuentes

I

Asuntos de fe católica. Se  inspira en el Derecho Canónico y las Decretales de Gregorio IX

II

Constitución Política y Militar del Reino. Se apoya en el derecho consuetudinario y los Fueros Municipales de Castilla

III

Administración de Justicia y el procedimiento jurídico. Se construye sobre los derechos romano y canónico.

IV

Matrimonio. Fuente: Derecho Canónico y Decretales

V

Contratos

VI

Sucesiones

VII

Penas y sanciones

 

El texto, rico en alegorías, comparaciones y  ejemplos, con abundancia de frases hechas, constituye un ejemplar de primer orden de la producción literaria de la época.

 

La obra científica

 

La inquietud científica del rey se materializa en iniciativas como Los Libros del Saber de Astronomía y El Lapidario. Los primeros nacen de preocupación real por la Astronomía que tanta influencia, según piensa la época, tiene en los comportamientos humanos. Se trabaja en ellos desde 1255. Llaman la atención sobre las maravillas creadas por Dios y contienen conocimientos de astronomía, astrología e, incluso, técnica adivinatoria. Llegan a describir aparatos de medición como relojes o astrolabios, e incluyen las Tablas astronómicas o Tablas Alfonsíes, que  revisan y amplían las realizadas dos siglos antes por el astrónomo Azarquiel. En ellas se distinguen las constelaciones siguiendo el orden establecido por Ptolomeo  y alcanzan una gran difusión gracias a las universidades siendo muy utilizadas por los navegantes europeos de los siglos XV y XVI.

El Lapidario, escrito entre 1276 y1279, es un conjunto de cuatro libros donde se describen alrededor de quinientos metales y piedras y asocia las piedras mágicas con los signos del zodiaco.

 

Textos de carácter lúdico

 

Preocupado por mejorar la existencia  del ser humano en general, y de sus súbditos en particular, Alfonso X,  que entiende que los juegos constituyen  “un descanso para las cuitas y trabajos de la vida”. Por ello difunde y enseña las reglas de  algunos de ellos para ocupar adecuadamente los tiempos de ocio.

El más interesante es el Libro del axedrez, dados et tablas, considerado el último libro publicado por su  taller,  hacia en año 1283, poco  antes de la muerte del monarca. Comienza clasificando los juegos en dos categorías, los que requieren esfuerzo físico, equitación, pelota…, y los de carácter sedentario, entre los que se encuentran los que ocupan este libro.

La obra consta de 200 folios y unas 150 miniaturas. Trata con especial esmero el juego del ajedrez, al cual confiere el rango de "juego de reyes y gente noble e inteligente".

 

 


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Responsables últimos de este proyecto

Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado

Son: Maestros - Diplomados en Geografía e Historia - Licenciados en Flosofía y Letras - Doctores en Filología Hispánica

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